lunes, 3 de septiembre de 2018

Templar y mandar


Señala Jesús Cacho en Vozpópuli: “Dispuesto a sacar ventaja de unas hipotéticas elecciones generales, el Gobierno Sánchez está decidido a tirar del dinero público hasta donde sea menester, con desprecio total del déficit y de la deuda pública, ya en unos niveles insoportables”. (…) “De las crisis económicas se suele salir con más o menos esfuerzo, y hasta esa miseria moral e intelectual llamada Mariano Rajoy fue capaz, simplemente tocando cuatro palillos, tal que la reforma laboral, y no cometiendo ningún disparate, de permitir a la sociedad española levantar el vuelo”. (…) “El anuncio de que el Gobierno que preside el okupa Sánchez, con el apoyo de quienes le situaron en Moncloa, todos enemigos declarados de la España constitucional, está dispuesto a cepillarse el Senado simplemente porque le estorba, porque se trata de un valladar, un poder que no controla, es un dato con la gravedad suficiente para encender todas las alarmas y transformarse en el toque de corneta capaz de movilizar a todo auténtico demócrata”. (…) “Todos emprendimos con ilusión el camino de la naciente y promisora democracia, a pesar de golpes tan dañinos como la decisión de Felipe González de acabar ya en 1985 con la independencia del poder judicial”. (…) “Pero nunca sospechamos que fuera a resultar tan difícil construir una democracia sin demócratas. Nunca imaginamos que el cáncer de la corrupción llegara a ser tan profundo y letal. La derecha pudo hacer realidad, gracias a las mayorías de las que dispuso, esa democracia con contrapesos eficaces, esa economía liberalizada, esa educación clave para el crecimiento… Pudo hacer muchas cosas, pero, veteada de caciquismo franquista, renunció a la tarea, limitándose a convertir en millonarios a algunos de sus amigos. La última herencia de esa derecha se resume en el legado de ese personaje mil veces maldito apellidado Rajoy y su escandalosa tocata y fuga en la tarde noche del jueves 31 de mayo. Esa es la herencia a la que ahora nos enfrentamos”. Y Casado, en un juego de malabarismo, propone ahora hacer una “ley de la concordia” y cambiarla, como si de intercambio de cromos se tratase, por la actual “ley de la memoria histórica” que tan nerviosa pone a la derecha. De paso, ha decidido ahorcar los hábitos, es decir, cambiar el nombre de la fundación del PP, hasta ahora “Humanismo y Democracia” (que sustituyó a la FAES cuando se produjo la ruptura entre José María Aznar y Mariano Rajoy) para llamarla “Fundación Concordia y Libertad”, y ha decidido que su presidente sea el torero de salón Adolfo Suárez Illana. Como decía Rafael El Gallo, y nos recordaba ayer Antonio Burgos en su columna de ABC, “sólo se puede torear donde hay tranvías”. Suárez Illana está acostumbrado al toreo de salón desde el revolcón que le dieron las astifinas urnas en Castilla-La Mancha cuando toreaba al alimón con José Bono. Como escribió Camilo J. Cela: “Aquí no hay engaño y el único engañado es el toro, si se deja engañar. Uno se santigua, sale a hacer el paseíllo y saluda a la presidencia. El toro sale de refresco y no se anda con coñas: ni se santigua, ni hace el paseíllo, ni saluda”. Vamos, como Bono en su ciudadela.

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