Señala
Jesús Cacho en Vozpópuli: “Dispuesto a sacar ventaja de unas hipotéticas
elecciones generales, el Gobierno Sánchez
está decidido a tirar del dinero público hasta donde sea menester, con
desprecio total del déficit y de la deuda pública, ya en unos niveles
insoportables”. (…) “De las crisis económicas se suele salir con más o menos
esfuerzo, y hasta esa miseria moral e intelectual llamada Mariano Rajoy fue capaz,
simplemente tocando cuatro palillos, tal que la reforma laboral, y no
cometiendo ningún disparate, de permitir a la sociedad española levantar el
vuelo”. (…) “El anuncio de que el Gobierno que preside el okupa Sánchez, con el apoyo de
quienes le situaron en Moncloa, todos enemigos declarados de la España
constitucional, está dispuesto a cepillarse el Senado simplemente porque le
estorba, porque se trata de un valladar, un poder que no controla, es un dato
con la gravedad suficiente para encender todas las alarmas y transformarse en
el toque de corneta capaz de movilizar a todo auténtico demócrata”. (…) “Todos
emprendimos con ilusión el camino de la naciente y promisora democracia, a
pesar de golpes tan dañinos como la decisión de Felipe
González de acabar ya en 1985 con la independencia del poder
judicial”. (…) “Pero nunca sospechamos que fuera a resultar tan difícil
construir una democracia sin demócratas. Nunca imaginamos que el cáncer de la
corrupción llegara a ser tan profundo y letal. La derecha pudo hacer realidad,
gracias a las mayorías de las que dispuso, esa democracia con contrapesos
eficaces, esa economía liberalizada, esa educación clave para el crecimiento…
Pudo hacer muchas cosas, pero, veteada de caciquismo franquista, renunció a la
tarea, limitándose a convertir en millonarios a algunos de sus amigos. La
última herencia de esa derecha se resume en el legado de ese personaje mil
veces maldito apellidado Rajoy y su
escandalosa tocata y fuga en la tarde noche del jueves 31 de mayo. Esa es la
herencia a la que ahora nos enfrentamos”. Y Casado, en un juego de malabarismo, propone ahora hacer una “ley de la concordia” y cambiarla, como
si de intercambio de cromos se tratase, por la actual “ley de la memoria histórica” que tan nerviosa pone a la derecha.
De paso, ha decidido ahorcar los hábitos, es decir, cambiar el nombre de la fundación
del PP, hasta ahora “Humanismo y
Democracia” (que sustituyó a la FAES
cuando se produjo la ruptura entre José
María Aznar y Mariano Rajoy) para llamarla “Fundación Concordia y Libertad”, y ha decidido que su presidente
sea el torero de salón Adolfo Suárez
Illana. Como decía Rafael El Gallo,
y nos recordaba ayer Antonio Burgos
en su columna de ABC, “sólo se puede torear donde hay tranvías”. Suárez Illana
está acostumbrado al toreo de salón desde el revolcón que le dieron las astifinas
urnas en Castilla-La Mancha cuando toreaba al alimón con José Bono. Como escribió Camilo
J. Cela: “Aquí no hay engaño y el único engañado es el toro, si se deja
engañar. Uno se santigua, sale a hacer el paseíllo y saluda a la presidencia.
El toro sale de refresco y no se anda con coñas: ni se santigua, ni hace el
paseíllo, ni saluda”. Vamos, como Bono en su ciudadela.
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