jueves, 13 de septiembre de 2018

Mejor no leer el prospecto



Borrell dice ahora que “no existe ninguna irregularidad que impida poner en práctica la entrega de 400 bombas a Arabia Saudí”. Los árabes habían amagado con suspender la compra de las cinco corbetas encargadas a Navantia y comprometidas el 12 de abril pasado durante la visita a Madrid del príncipe heredero, Mohamed ben Salmán, no sé si primo del Emérito. Según Borrell, las bombas se entregarán “para honrar los compromisos adquiridos” en 2015 por el Gobierno de Rajoy. Como dijo Casto Méndez Núñez hace ya más de un siglo: “Más vale honra sin barcos que barcos sin honra”. Algo que parecía haber entendido Margarita Robles,  a mi entender, la mujer más coherente de este Gobierno de advenedizos. Pero visto lo visto, no importa  (por lo que se desprende de las declaraciones de Borrell) que esas bombas puedan ser utilizadas para matar yemenitas como hace el “ZZ Cooper” con los insectos, que “los deja bien muertos”. Según el ministro de Asuntos Exteriores, “al ser las bombas de gran precisión, pueden precisar muy bien su objetivo, sin provocar efectos colaterales y no se pueden producir esos tipos de tragedias”. ¿Qué tipo de tragedias? Esa explicación parece más propia del que asó la manteca que de un miembro del Ejecutivo de Sánchez. Las bombas, que yo sepa, siempre producen efectos colaterales y, si te descuidas, hasta los producen los fuegos artificiales y las tracas en las fiestas de los pueblos. Comprendo que el astillero de Navantia, en la ciudad gaditana de San Fernando, da empleo a muchos ciudadanos andaluces y, además, que ya se ha recibido parte de la pasta gansa de los árabes. En concreto, 1.100 contratos son directos, 1.800 pertenecen a empresas auxiliares y otros 3.000 corresponden a suministradores, que no es moco de pavo. El modelo de corbeta es similar al modelo Avente 2200 Combatant que se vendió a Venezuela, otro que tal baila. Puede transportar un helicóptero de hasta 10 toneladas y dos embarcaciones semirrígidas de 5,5 metros de eslora cada una, lo que permite realizar acciones de rescate o de asalto. También puede incorporar varios cañones de hasta 76 mm, sistemas de misiles SAM y SSM, y dos lanzadores triples de torpedos. En resumidas cuentas, el Gobierno de España ha evitado el riesgo de que anular esa venta de bombas y misiles (por las que la monarquía saudí ya había abonado los 9,2 millones de euros) pudiera suponer la cancelación del contrato de las corbetas (otros 2.000 millones de vellón). Y el Gobierno se ha inclinado por el lado práctico, o sea, por vender armas y barcos al que pueda comprarlos sin tener en cuenta a qué país se venden y contra quién lo van a utilizar.  Algo que parece poco ético aunque muy práctico. Ignoro si las corbetas saldrán desde España con su correspondiente  “libro de instrucciones” para su optimo manejo sin causar víctimas colaterales. Aunque eso para Borrell es harina de otro costal. Los efectos colaterales en las guerras son como los efectos secundarios de los medicamentos. Mejor tomarlos sin leer el prospecto.

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