Borrell
dice ahora que “no existe ninguna irregularidad que impida poner en práctica la
entrega de 400 bombas a Arabia Saudí”. Los árabes habían amagado con suspender
la compra de las cinco corbetas encargadas a Navantia y comprometidas el 12 de abril pasado durante la visita a
Madrid del príncipe heredero, Mohamed ben
Salmán, no sé si primo del Emérito.
Según Borrell, las bombas se entregarán “para honrar los compromisos adquiridos”
en 2015 por el Gobierno de Rajoy. Como
dijo Casto Méndez Núñez hace ya más
de un siglo: “Más vale honra sin barcos
que barcos sin honra”. Algo que parecía haber entendido Margarita Robles, a mi entender, la mujer más coherente de este
Gobierno de advenedizos. Pero visto lo visto, no importa (por lo que se desprende de las declaraciones
de Borrell) que esas bombas puedan ser utilizadas
para matar yemenitas como hace el “ZZ
Cooper” con los insectos, que “los deja bien muertos”. Según el ministro de
Asuntos Exteriores, “al ser las bombas de gran precisión, pueden precisar muy
bien su objetivo, sin provocar efectos colaterales y no se pueden producir esos
tipos de tragedias”. ¿Qué tipo de tragedias? Esa explicación parece más propia
del que asó la manteca que de un miembro del Ejecutivo de Sánchez. Las bombas, que yo sepa, siempre producen efectos
colaterales y, si te descuidas, hasta los producen los fuegos artificiales y
las tracas en las fiestas de los pueblos. Comprendo que el astillero de Navantia, en la ciudad gaditana de San
Fernando, da empleo a muchos ciudadanos andaluces y, además, que ya se ha
recibido parte de la pasta gansa de los árabes. En concreto, 1.100
contratos son directos, 1.800 pertenecen a empresas auxiliares y otros 3.000
corresponden a suministradores, que no es moco de pavo. El modelo de corbeta es
similar al modelo Avente 2200 Combatant
que se vendió a Venezuela, otro que tal baila. Puede transportar un helicóptero
de hasta 10 toneladas y dos embarcaciones semirrígidas de 5,5 metros de eslora
cada una, lo que permite realizar acciones de rescate o de asalto. También puede
incorporar varios cañones de hasta 76 mm, sistemas de misiles SAM y SSM, y dos
lanzadores triples de torpedos. En resumidas cuentas, el Gobierno de España ha
evitado el riesgo de que anular esa venta de bombas y misiles (por las que la
monarquía saudí ya había abonado los 9,2 millones de euros) pudiera suponer la
cancelación del contrato de las corbetas (otros 2.000 millones de vellón). Y el
Gobierno se ha inclinado por el lado práctico, o sea, por vender armas y barcos
al que pueda comprarlos sin tener en cuenta a qué país se venden y contra quién
lo van a utilizar. Algo que parece poco
ético aunque muy práctico. Ignoro si las corbetas saldrán desde España con su
correspondiente “libro de instrucciones” para su optimo manejo sin causar víctimas
colaterales. Aunque eso para Borrell es harina de otro costal. Los efectos
colaterales en las guerras son como los efectos secundarios de los
medicamentos. Mejor tomarlos sin leer el prospecto.
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