viernes, 7 de septiembre de 2018

Poco a poco



Juan José Millás, tan sagaz como siempre, comenta en su artículo “Cagada”, en El País, que la salida de la momia de Franco de Cuelgamuros no parece que esté resultando ser cosa sencilla para el presidente del Gobierno. Sánchez se ha topado de frente con el prior de la basílica, un  facha de mucho cuidado, con la familia del dictador que no asume hacerse cargo de los restos del abuelo, y con ese residuo nostálgico de militares y civiles dispuestos, si fuera menester, a donar un riñón y la mitad del otro –como aquel taxista, cuando Franco agonizaba en La Paz- a cualquier miembro vivo de los Franco que los necesitase para que siguieran filtrando gin-tonic con cubitos de hielo en copa de balón, como hacen los pijos de Los Remedios , en Sevilla, que usan dos tallas menos en la americana y están tan secos como la mojama que hace casi medio siglo vendía un hombrecillo magro de carnes a la entrada de la calle san Eloy, frente al bar Iruña. “Quizá los puestos de belenes de la plaza Mayor -escribe Millás- vendan este año calaveras de plástico del Caudillo para que los nostálgicos las cuelguen de sus árboles de Navidad”. Y añade Millás que “el mismísimo nieto del dictador, un botarate al que arrebataron el apellido de su padre para que no se perdiera la memoria del abuelo, ha salido en las teles [y hasta en el programa de Herrera] en plan hombre de Estado quejándose del revanchismo de la izquierda. Esa familia de mediocres, que vive impunemente de lo que nos robó el viejo, ha aparecido como víctima de una macabra acción de los enemigos de España. No es todo: un numeroso grupo de militares, o de exmilitares, ahora no caigo, se han permitido el lujo de firmar a cara descubierta un manifiesto a favor de la dictadura. Por si fuera poco, esa cagada de granito conocida como Valle de los Caídos se ha convertido en un insólito lugar de peregrinación”. Pronto harán pequeño el paraje de Garabandal y hasta puede que terminen algunos ganapanes vendiendo estampitas de la película “Raza”, reliquias del cuartelero gorro con borla y flores secas de manzanilla procedentes de los jardines del Pazo de Meirás. Estas cosas nunca se saben cómo acaban. Hasta podría producirse algún milagro en el interior de la cripta horadada en el Guadarrama, o una aparición inesperada en las ruinas de Belchite. Lo cierto es que el bumerán, como digo, se ha vuelto contra Sánchez. Sacar a Franco de su tumba está resultando ser más complicado que erradicar el cólera morbo del continente africano con  la aplicación de tisanas de tamarindos por vía rectal.

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