Por Balbino Lozano
me entero de que existen trece fuentes en Zamora si no tenemos en cuenta la
desaparecida fuente de san Martín: “La fuente de los Compadres, la fuente de la Carmela, la fuente de las Llamas, las fuentes Gemelas, la
fuente del Rabiche, la fuente de la Cruz Mocha, la fuente de la Salud, la
fuente de Valdemoro (junto a La Aldea), la fuente de la Alberca (a la que
acudieron tanto tiempo las lavanderas), la
fuente del Dornajo, la fuente de Valorio, la fuente de Guimaré, y la fuente de
Carpinteros”, siempre haciendo caso a Joaquín
del Barco, que el 22 de septiembre de 1906 las señalaba en El Correo de Zamora (fundado nueve años
antes) bajo el título "Cosas de la
tierra mía". A cada una de las
catorce fuentes le dedicaba un corto verso. Joaquín del Barco fue un hombre muy
popular en Zamora a finales del siglo
XIX y principios del XX, e hizo un gran esfuerzo por conservar el folclore
leonés, más concretamente coplillas zamoranas heredadas de padres a hijos que se estaba perdiendo. Su libro “La gaita zamorana: cantares”, con
prólogo del médico amigo suyo Miguel
Ramos Carrión (Imp. de Calamita, Zamora. 1899) es el mejor ejemplo de ello.
Por otro artículo, “La gaita zamorana”
de Balbino Lozano (El Correo de Zamora, 19/02/16) tuve conocimiento de la existencias
de “otro artilugio musical con trazas de una panzuda guitarra con manubrio que
transporta a tierras de Sayago, Aliste, Sanabria o La Carballeda”, ya conocida
por Cervantes, “como pone de
manifiesto en el capítulo XX de la segunda parte de la obra cervantina cuando
narra las Bodas de Camacho; después
de evocar las copiosas viandas, los postres y las bebidas que se consumieron en
el festejo”. Se cuenta en El Quijote: “También le pareció bien
otra que entró de doncellas hermosísimas, tan mozas que, al parecer, ninguna
bajaba de catorce ni llegaba a diez y ocho años, vestidas todas de palmilla
verde, los cabellos parte trenzados y parte sueltos, pero todos tan rubios, que
con los del sol podían tener competencia, sobre los cuales traían guirnaldas de
jazmines, rosas, amarantos y madreselvas compuestas. Guiábalas un venerable
viejo y una anciana matrona, pero más ligeros y sueltos que sus años prometían.
Hacíales el son una gaita zamorana, y ellas, llevando en los rostros y en los
ojos a la honestidad y en los pies a la ligereza, se mostraban las mejores
bailadoras del mundo". Ya puede ver el lector. He comenzado haciendo un
inventario de las fuentes de Zamora y he terminado escribiendo sobre la
zanfona, que algunos confunden con la gaita zamorana. Y no es así. La gaita
zamorana, como la gallega, la asturiana o la cántabra, es un instrumento de
viento donde se almacena aire en un odre a través de un tubo llamado puntero y
donde de ese odre sale el aire a través de un segundo tubo con perforaciones
llamado portaviento. La zanfona o zanfoña, en cambio, es un cordófono frotado; es decir, instrumento
de cuerdas que suena al darle vueltas a un manubrio o a un cilindro armado de
púas. Nada que ver una cosa con la otra.
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