sábado, 8 de septiembre de 2018

Momento decisivo, ¿para qué?


En su primer acto oficial en Covadonga, Leonor de Borbón, princesa de Asturias, ha dicho: “Que la Virgen proteja a la Familia Real en un momento decisivo para España”. “Momento decisivo”, dice su alteza: ¿para qué? Bueno, la heredera de la Corona ha expresado lo que otros quisieron que dijese. Y el arzobispo, Jesús Sanz Montes, le ha dedicado unas palabras: “Que la Santina guíe vuestros pasos y que vuestra Alteza crezca sana, sabia, santa y guapa, como aquí llamamos a las cosas y personas hermosas. Que María de Covadonga proteja a esta querida Familia Real en un momento decisivo y delicado para España”. Momento decisivo, momento delicado…, no sé, aquí algo empieza a oler a chamusquina. ¿Recuerdan aquella chuscada del ciego conduciendo y el tartamudo de paquete sobre una motocicleta en una carretera infame? Es un chiste viejo pero parece actual. Se dan un tortazo por falta de coordinación en una curva: “La ¡vi…!, ¡la vi…!, ¡la vi…!”. “¿Por qué no me lo dijiste?”. “¡La vi…!, ¡la vi…!, ¡la virgen, qué tortazo nos hemos metido!". Este es un país de ciegos y sordos cicloculturales y de dogmatógafos recalcitrantes donde se practica como deporte nacional la sinécdoque, porque se designa una cosa por el nombre de otra, y el todo por la parte o la parte por el todo. En un Estado aconfesional (lo señala la Constitución), la prensa debería soslayar y no colocar con grandes titulares el simple hecho de que el Jefe del Estado, su consorte y las hijas de ambos visiten la basílica de Covadonga como quien va de picnic al Monasterio de Piedra. Cosa diferente es que el conjunto familiar visite la estatua de don Pelayo o el lago Enol, que el presidente autonómico, Rafael Fernández, entregue la Cruz de la Victoria a la princesa, que un gaitero interprete “Asturias patria querida” o “El chenguere” con acompañamiento de clamor y murga populares, o que un paisano con vena monárquica les haga entrega de un queso de Cabrales, unas botellas de sidra y dos huevos duros. De entre todo ello, hay algo que no me gusta tanto. Me refiero a esa yegua  de raza “Montaña asturiana” que el Ayuntamiento de Cangas de Onís tiene previsto regalar a Leonor de Borbón. Los regalos de cortesía, tanto fungibles como no fungibles, entregados a jefes de Estado, familiares y políticos, entiendo que deberían estar prohibidos por ley cuando sobrepasan su valor de 50 euros. Me vienen a la memoria algunos regalos al rey Juan Carlos de los innumerables que recibió: los dos “Ferrari” de los Emiratos Árabes; el caballo pura sangre, la pistola de metacrilato con piedras preciosas incrustadas y el palacio de La Mareta, en Lanzarote,  regalados por Hussein de Jordania; o el primer yate “Fortuna” regalado por el ya fallecido rey Fahd de Arabia Saudí. El regalo de la yegua a la princesa de Asturias por un consistorio, en el caso de producirse, constituiría un mal predecente del nuevo reinado.

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