El zaragozano Joaquín
Bardavío, en su libro “El reino de
Franco: Biografía de unhombre y su
época”(Ediciones B, Barcelona, 2015), al hacer referencia a la tremenda matanza de
Badajoz ordenada por Yagüe,cuenta que días antes hubo otra matanza menor
en número de muertos por parte de los republicanos. Yagüe fue responsable sin
duda alguna de la gran masacre posterior, pero también lofueron los mandos sublevados
de la Guardia Civil y algunos notables caciques que habían sobrevivido a las
persecuciones y que azuzaban para que se produjese una venganza de sus muertos,
como así fue. A los pacenses varones se les obligó a quitarse la camisa y
enseñar los hombros. Escribe Bardavío: “Uno de los sistemas para saber si
alguien había disparado un arma larga, era mirar el hombro correspondiente al
apoyo de la culata. Una repetición de disparos, por el retroceso, deja una
huella rojiza o amoratada, razón suficiente para el fusilamiento. La represión
fue salvaje y aderezada por algunos periodistas republicanos y extranjeros con
escabrosas fantasías, como la de un ametrallamiento en la plaza de toros con
Yagüe y sus oficiales en el palco acompañados de clero y señoritas en las
barreras con mantones de Manila desplegados”. También Bardavío hace referencia
en su libro a la entrevista que el periodista norteamericano John T. Whitaker, del New York Herald Tribune, hizo a Yagüe, quien le señaló: “Por supuesto
que los matamos ¿Qué esperaba usted? ¿Qué iba a llevar 4.000 prisioneros rojos
conmigo, teniendo mi columna que avanzar contrarreloj? ¿O iba a soltarlos en la
retaguardia y dejar que Badajoz fuera roja otra vez?”. La columna de Yagüe se dirigía hacia Talavera
de la Reina en su trocha hacia Madrid. Los ejecutados por los rebeldes pasaron de
2.500 ciudadanos. Y sólo había pasado un mes desde el inicio de la guerra. Al
término de la contienda, ese militar africanista responsable de crímenes de
lesa humanidad fue nombrado ministro del Aire y más tarde destinado al mando de
la VI Región Militar, con sede en Burgos. Destituido por Franco el 27 de junio de 1940 fue confinado a su pueblo natal, San
Leonardo (Soria). El pretexto ridículo para adoptar tal medida fue un
comentario de Yagüe al embajador de Estados Unidos, al que le manifestó que “Reino
Unido estaba derrotado y que lo tenía merecido”. En 1942 fue rehabilitado y
nombrado comandante militar y gobernador civil de Melilla. Un año más tarde, en
1943, se le asignó la Capitanía General de la VI Región Militar, al tiempo que
se le encarga la Jefatura del Cuerpo de Ejército de Navarra. Llegó a tener
algunas discrepancias con el franquismo imperante y hasta se carteó con Juan de Borbón, apostando por una restauración
monárquica en ese hijo de Alfonso XIII
y la sustitución de Franco por un Consejo Real presidido por Muñoz
Grandes. Murió en Burgos en 1952 y, al año siguiente, le fue concedido el
Marquesado de San Leonardo de Yagüe a título póstumo.
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