Ayer, en mi chat, hacía referencia a pueblos, sanatorios, palacetes e
incluso barcos abandonados. Y entre esos lugares fantasmagóricos nombraba el
abandonado Palacio de El canto del Pico, en Torredolones, que terminó regalando
su propietario,
José María del Palacio
Abárzuza a
Franco y que hoy está
en ruinas. Un palacio donde el 13 de diciembre de 1925 había muerto de forma
repentina
Antonio Maura como
consecuencia de un derrame cerebral. Tenía 72 años. Sobre el Antonio Maura
político está todo suficientemente documentado. De él dijo
Javier Tusell que se percibía a sí mismo como “un cisne de plumaje
blanco sobre una ciénaga”. No sé. Lo cierto es que, como recordaba
Alexis Romero (
ABC, 17/09/18), tras haber sido cinco veces presidente del Consejo
de Ministros, “en 1913,
tras más de 30 años como
diputado en las Cortes Generales por Palma de Mallorca y otros tantos al frente
del Partido Conservador, Maura
dejó la política, en gran parte por culpa de las enemistades que se había
granjeado durante su carrera por su afán regenerador”. Existe un manuscrito, “La isla de ayer”, donde se cuentan en
forma de memorias los recuerdos de Antonio Maura narrados por su sobrino Manuel Maura Salas (Palma, 1892) durante
su niñez en Mallorca. Manuel Maura Salas era hijo del conocido pintor
Francisco Maura Montaner. Durante la
República apostó por el Partido Republicano Conservador, como hizo su primo
Miguel Maura. Pues bien, ese manuscrito
fue sido rescatado del olvido
por su
nieta
Soledad Fox Maura y publicado
por
Editorial Renacimiento. Se cuenta
en aquel libro (publicado en la década de los 50) que estaba “escandalizado por
aquello que llaman turismo” y que para él se trataba de “una invasión
incruenta, pero invasión al fin y al cabo”. ¡Qué hubiese dicho hoy! Antonio
Maura estudió Derecho poco antes de casarse con
Constancia Gamazo, descendiente de una familia de industriales. De
la mano de su cuñado
Germán llegó a
las filas del Partido Liberal Fusionista, dirigido entonces por
Sagasta, en plena Restauración. Tras el
asesinato de
Cánovas del Castillo,
Francisco Silvela dirigió el Partido
Liberal Conservador hasta la llegada de Maura
a la Presidencia del Consejo de Ministros. Su
política conservadora se basaba en “la reforma del sistema desde arriba”.
También en sus memorias,
Manuel Maura
Salas recuerda la llegada del primer automóvil a Mallorca y cómo su tío
apareció un día con uno de los primeros “
Mercedes”
que se vieron en España.
Alfonso XIII
le concedió el Ducado de Maura, que Antonio Maura rechazó y pasó a su hijo
Gabriel Maura Gamazo.
El tataranieto de Antonio Maura,
Ramón Pérez-Maura, actual adjunto a la
dirección de
ABC, escribía un
artículo en ese diario
(“La
reivindicación de Gabriel Maura”,
ABC de Madrid, 15/08/18)
contando lo siguiente: “En realidad,
la carrera política de Miguel
Maura [otro de los hijos, ministro de la Gobernación durante la Segunda
República] fue un fracaso absoluto. Desde su incapacidad
para impedir desde el Ministerio la quema de conventos, hasta su irrelevancia
parlamentaria al frente del Partido Republicano Conservador. Aun así se acaba
de publicar una nueva biografía suya (Miguel Maura. “La derecha republicana”, Antonio Cañellas Mas. Gota a gota) que
poco aporta”. (…) “En el ocaso del reinado de Alfonso XIII [Gabriel Maura]
acepta ser ministro de Trabajo y Previsión, mientras su hermano Miguel está en
la cárcel por conspirar para el derrocamiento del régimen. Cuando al fin el 13
de abril el Rey decide que prefiere apartarse, encarga a Gabriel Maura la
redacción de su manifiesto de despedida. El texto titulado
“Al País” aparecerá en la
‘Tercera’
de ABC el 17 de abril. Maura [Gabriel] se expatría también desde la primera
hora y acompaña y aconseja a la Familia Real hasta el punto de que el Rey le
encarga, una vez más, la redacción de su abdicación de sus derechos dinásticos
en favor de
don Juan”. No me alargo
más, aunque el tema da para mucho.
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