La prensa de derechas aboga por la vuelta del
bipartidismo. Hoy mismo, Bieto Rubido
y Ramón Pérez-Maura, ambos en ABC, así lo demandan. Aquel “turnismo”
inventado por Cánovas del Castillo
durante la primera Restauración borbónica a finales del siglo XIX tuvo más sombras que
luces. Ignacio Santaló (El
Ideal Gallego, 31/05/15) lo explicaba de forma entendible: “Consistía en un
pacto de alternancia en el gobierno de los dos partidos que apoyaban dicha
monarquía, el Conservador y el Liberal, que idearon a tal fin un sistema de
manipulación del proceso electoral mediante fraudes de todo tipo, como ‘el
pucherazo’; se guardaban papeletas de votación y se añadían o sustraían de la
urna electoral a conveniencia del resultado pretendido; o se manipulaban las
votaciones con ‘lázaros’ (votos de fallecidos) y ‘cuneros’ (electores que se
inscribían en una circunscripción que no les correspondía). Tal cometido recaía
en los denominados ‘caciques’, que abusaban del poder y no dudaban en utilizar
la violencia y amenazar con la pérdida del trabajo a quienes no votasen al
político de turno”. Esa anómala situación política derivó en el golpe de Estado
de Primo de Rivera, en 1923 y que,
posteriormente, se llevó por delante al cobarde Alfonso
XIII, en 1931. Pero las desgracias nunca vienen solas. Algo parecido se
intentó en 1982, tras el triunfo de Felipe
González, entre el PSOE y el PP, “repartiéndose nuevamente el poder bajo la
misma fórmula adaptada a los tiempos ‘modernos’: redes clientelares,
introducción en las Administraciones públicas de personal de confianza,
usurpación de sus fondos sin la cortapisa de quienes puedan objetar la legalidad
por encima de los intereses partidistas...”. Así, hasta que en 2014 que aparecieron
en escena, primero los advenedizos Podemos, Ciudadanos, y más tarde Vox “cogiendo cacho” en Andalucía. Fernando Vilches (La Razón, 07/06/14) va más lejos: “A la madre de Alfonso XII
la echaron al grito de ‘puta’ y otras lindezas, y a su hijo lo recibieron con
el grito de ‘¡Viva la madre que te parió’. Con este cacao mental que padecemos
los españoles desde siglos, el bipartidismo no es, en absoluto, ni la panacea
que cura todos los males políticos de nuestra sociedad, ni el mal que impide
resolver nuestros ancestrales problemas. El problema no es de los sistemas
políticos si estos son democráticos y votados por el pueblo, el problema es de
algunos de los que se dedican al noble ejercicio de la Política, bien por su
mediocridad, bien por su ausencia total de principios éticos”.
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