Lo de Iglesias
me recuerda cuando Groucho, en “Una noche en la ópera” pedía una larga
lista de platos; y, a cada uno, le contestaba Chico: “¡Y también dos huevos duros!”, mientras Harpo
hacía sonar su bocina, a lo que Groucho añadía en su solicitud al camarero: “En
lugar de dos, pon tres”. Acierta Enric
Juliana cuando comenta, como lo ha hecho hoy en La Vanguardia, que “un partido que aspira a entrar por primera vez
en el gobierno no puede efectuar su última oferta desde la tribuna del Congreso
cinco minutos antes de la votación. A Pedro
Sánchez y a Pablo Iglesias la situación se les ha ido de las manos”. En
efecto, era como un juego de trileros donde las ofertas de los socialistas a
Unidas Podemos (nada menos que una
vicepresidencia y tres ministerios), le parecían a Pablo Echenique simples jarrones chinos. Iglesias, a última hora,
qué digo, en los últimos cinco minutos,
quitaba un adral del carro e intentaba bajarse dando un brinco por uno de sus
laterales. “Vale, quédense ustedes con el Ministerio de Trabajo pero dejen que
nosotros nos hagamos cargo de las políticas activas de empleo”, que están
compartidas con las comunidades autónomas, pero que el Gobierno es el que
suelta la manteca, es decir, casi 6.000 millones de euros como ayudas a los
parados para encontrar empleo con la ayuda de asesoramiento y formación. Esa
idea se la había sugerido a Pablo Iglesias en un mensaje in extremis Rodríguez
Zapatero. Como bien describe Manuel
V. Gómez en El País, “buena parte
del dinero que se destina a las políticas activas va para las bonificaciones a
la contratación, es decir, subvenciones que ayudan a los empresarios a pagar las
cotizaciones de trabajadores a los que contratan de forma indefinida o de
colectivos, en teoría, desfavorecidos”. Una cifra que casi la triplican las
políticas pasivas de empleo, es decir, las prestaciones y subsidios para
desempleados, que este año han supuesto casi 18.000 millones de euros. Eric
Juliana continúa en su exposición señalando que “la izquierda ha provocado
estos días el enfado y la decepción de muchísima gente en España. Un gobierno
de coalición no se puede negociar de la manera que se ha simulado negociar estos
últimos días. El último gobierno de coalición en Alemania se tejió durante
ochenta días de trabajo metódico. En España se ha hecho ver que se negociaba
durante veinte horas”. Y el resultado, como era de esperar, ha sido
catastrófico. Deberían saber, tanto Sánchez como Iglesias, que un huevo cocido
en sólo tres minutos nunca será un huevo duro sino un huevo pasado por agua, en
este caso por el “¡agua!” de aviso del trilero ante la catarata resultante del
diluvio universal y frente al temor de morir en la folla.
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