lunes, 15 de julio de 2019

El paradigma del esperpento



Leyendo la prensa te das cuenta de cómo anda el aceite del candil carpetovetónico. No es necesario leer sólo la prensa de Madrid, también conviene leer la prensa de provincias. Así, en El Progreso, José Castro López, bajo el epígrafe “El país está cansado”, señala algo que nos debería hacer sonrojar: “el país está cansado –cuenta-  y la gente harta de estos dirigentes que, si no saben gestionar los resultados electorales, no tienen capacidad para gestionar la gobernanza de España, que requiere afrontar problemas y reformas que determinarán su futuro”. La política se ha convertido en un mercadeo de fichajes de diverso pelaje. Para gobernar instituciones se necesitan alianzas que sumen mayorías. Ese es el quid de la cuestión.  En consecuencia, aparece en escena ese partido que, aunque sólo consiguió un par de escaños, se necesita para poder lograr alzarse con el santo y la limosna. Pero los favores nunca se regalan, como ha hecho el PAR saliendo en ayuda del socialista Lambán; como ha hecho el PP con Vox; o como pretende lograr su investidura Sánchez con la insuficiente ayuda de Podemos (que parece fallida, tras las declaraciones del presidente en funciones hoy en la SER) y de un diputado cántabro; y con la esperanza puesta en que alguien más desee subirse al carro socialista a última hora el próximo lunes trepando por el adral. Como señala  José Castro, y señala bien, “estamos ante caciques de nuevo cuño que actúan de forma irresponsable en nombre de su democracia. La irresponsabilidad es transversal, no se salva ni uno. El presidente, arrogante, quiere gobernar solo, como si tuviera mayoría absoluta, y en lugar de tomar la iniciativa y tender puentes para buscar apoyos se limita a ‘exigir’ el voto de investidura sin ofrecer nada a cambio. La oposición, desnortada, da una imagen demoledora peleándose en Murcia, en Madrid, en Asturias. A Ciudadanos le gusta gobernar con dos, pero no quiere reunirse con uno, al que aborrece; el líder de Podemos mendigando ministerios... El paradigma del esperpento se produjo en Madrid en un debate de investidura sin candidato, una excentricidad en las democracias occidentales”. Pareciese que hubiéramos retrocedido un siglo y reviviésemos a Max Estrella, a don Latino de Híspalis y al marqués de Bradomín, con  un proscenio del callejón de San Ginés y sus espejos deformes.

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