martes, 30 de julio de 2019

Coincidencia de fechas




El 18 de agosto de 1936 fue el asesinato en barranco de Viznar (Granada) de Federico García Lorca, un maestro de Pulianas cojo de nombre Dióscoro Galindo y los banderilleros: Francisco Galadí y Joaquín Arcollas. Lo que muchos lectores posiblemente desconozcan es que aquel mismo día, en las tapias del cementerio de Córdoba era fusilado y enterrado en una fosa común un joven fiscal, de nombre Gregorio Azaña Cuevas, hijo de Gregorio Azaña Díaz y de Amparo Cuevas. Su padre había fallecido en Zaragoza en 1934 siendo presidente de la Audiencia Provincial. El joven fiscal había nacido en Alcalá de Henares en 1909.  En la tarde del 18 de julio se encontraba en el Gobierno Civil aconsejando al gobernador civil Antonio Rodríguez de León para que no entregara el mando a los sublevados. Ocupado dicho Gobierno por las fuerza disidentes fue detenido bajo el mando del recién nombrado Jefe de Orden Público Luis Zurdo Martín. Su muerte fue consecuencia de mala suerte, pues la víspera se encontraba en Alcalá de Henares de vacaciones y fue telefoneado para que regresase a Córdoba en razón de su cargo. Su padre, Gregorio Azaña Díaz, se había casado dos veces. En 1910 consiguió aprobar oposiciones a Judicatura y su primer trabajo como juez instructor fue en Alhama de Granada. Allí falleció su mujer, Amparo. Posteriormente estuvo destinado en Baza, Almería, Alcoy, Valencia y, finalmente, en Zaragoza, donde  siendo presidente de la Audiencia Provincial, como decía, falleció el 24 de noviembre de 1934. Sus restos mortales fueron trasladados a Alcalá de Henares. Se dio la circunstancia de que su hermano Manuel no pudo asistir a su entierro por encontrarse privado de libertad a bordo del destructor “Sánchez Barcaíztegui”,  atracado en el puerto de Barcelona, acusado sin ningún fundamento de haber sido instigador de los sucesos de Asturias. (Ver causa 81/1934). Lo cierto es que Manuel Azaña se había reunido el día de su detención en el Hotel Colón de Barcelona con 30 dirigentes de Esquerra Republicana. A decir verdad, Manuel se negó a ser conducido esposado para asistir al entierro de su hermano. El 3 de enero de 1934 se había casado en el Pilar una hija de Gregorio, Ana Azaña Cuevas con el ingeniero agrónomo Antonio Martínez Díaz. A aquella boda asistió su tío Manuel y el banquete se celebró en el céntrico Gran Hotel. Como dato curioso, en el diario ABC  (edición de la mañana, domingo, 25/11/34, página 47) aparece una breve reseña sobre su fallecimiento de apenas diez líneas en la segunda columna.

2 comentarios:

José Ramón Arocas Garcidebailador dijo...

Yo soy familiar de Antonio Martínez Díaz.
Estoy recogiendo algunos datos sobre su vida y la de Ana Azaña Cuevas.
Si usted tiene alguna información adicional sobre ellos, y no le es muy molesto, le agradecería que me la hiciera llegar.
Un cordial saludo.

José Ramón MIRANDA dijo...

Sr D. JOsé Ramón Arocas:
En relación a lo que usted me pide,lamento tener que comunicarle que poco más sé sobre su familar Don Antonio Martínez Díaz, fusilado en 1936. Sí le recomendaría que buscase en la hemeroteca de El País un magnífico reportaje sobre Pepita Azaña, hermana de Gregorio y de Manuel, "la vida de la casa de Azaña" (Imagen,5, Alcalá de Henares) publicado en la sección Cultura de ese diario el 19 de febrero de 2012, que a ningún demócrata deja indiferente. Dice: "Una mujer entre los que robaron, Carmen Hernández, jefa de Falange de Alcalá, consideró que quizá ella podía simular que hacía lo propio, pero tuvo la inteligencia de saquear para guardar y devolver en su día a la familia Azaña las pertenencias que le habían sido despojadas en cuanto Franco declaró que la guerra había terminado. Carmen Hernández le tenía respeto al presidente, y cuando Pepita, la hermana de Manuel Azaña, regresó del exilio, en 1940, y se fue a vivir otra vez a Alcalá, decidió entregar muebles y otros objetos que ella misma había requisado… Con una voluntad de hierro, como si su memoria herida le dictara, Pepita Azaña fue escribiendo en un diario de tapas iguales a los ya famosos cuadernos del presidente todos los objetos que en otro tiempo hubo allí"... En su diario, Pepita Azaña hace un minucioso inventario de lo que allí quedó cuando la casa fue incautada por falangistas. Con este motivo, le saluda muy atentamente, José Ramón MIRANDA
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