domingo, 22 de agosto de 2021

Escribir no es hablar


Una noticia aparecida en Heraldo de Aragón me llena de estupor. Dice textualmente: “Fallece un hombre ahogado en una playa de Salou”. Se trataba de una persona de Reus con movilidad reducida  que tropezó en la orilla de la playa cuando pretendía  entrar en el mar y no pudo salir del agua. Parece claro que esa persona debería haber estado acompañada en todo momento debido a sus circunstancias. Pero no era ese suceso lo que pretendía exponer sino de la forma en la que se ha contado. Un hombre ahogado nunca puede fallecer puesto que ya ha fallecido. A mi entender, la reseña hubiese quedado mejor redactada de otro modo: “Fallece un hombre al haberse ahogado en una playa de Salou”, o “fallece un hombre por ahogamiento en una playa de Salou”, o “fallece un hombre, ahogado en una playa de Salou”. Una simple coma cambia el sentido de una frase. De la misma manera, una simple ayuda evita una desgracia. Parece extraño que a las ocho de la tarde, que todavía es de día en el mes de agosto,  no hubiese alguien cerca de ese señor para prestarle el auxilio que necesitaba. Todo muy raro. Una coma, como decía, modifica el sentido de una frase y puede convertir un enunciado en una orden. Sirva de ejemplo una noticia con la que abría el Diario de Navarra el 9 de marzo de 1993: “Don Juan, agoniza”. Sobran comentarios. Escribir no es lo mismo que hablar. Entre el escritor y el lector existe una separación, algo que no sucede cuando se platica entre compadres que se encuentran a medio metro de distancia, como acontece en los sainetes de Arniches o en la barra de una tasca. Por esa razón, la Ortografía tiene sus reglas.

 

 

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