En medio de esta pandemia de diarrea mental que estamos sufriendo todos, desde Joe Biden hasta Pedro Sánchez, éste, que cree estar en posesión del yelmo de Mambrino, ya le ha ofrecido al americano las bases de Rota y Morón para la entrada masiva de refugiados afganos, que luego, rozando la astracanada, entiende que ya se verá dónde se ubican. Señala el diario ABC que “la Casa Blanca publicó un comunicado erróneo anunciando la conversación que tuvo lugar ayer entre los presidentes Joe Biden y Pedro Sánchez en la que se trató la situación de Afganistán” Confundir a Pedro Sánchez con el jeque Tamin ben Hamad Al Zani, actual emir de Catar, es como confundir el culo con las témporas. Bush hijo, que metió en ese lío a los españoles tras la destrucción de las Torres Gemelas en aquella entrevista de las Azores con José María Aznar, creyó desacertadamente que con cuatro bombardeos en Kabul y unas cuantas mascletás valencianas los afganos se iban a convertir en demócratas, como si eso fuese hazaña fácil. Pero dos años más tarde los americanos pusieron vista en Irak y aquella “conversión en democracia” se convirtió en un nido de alacranes. Después de dos largas décadas, el balance para España no ha podido ser más desafortunado: desplazamiento de 27.000 soldados, 102 muertos y 4.000 millones de euros tirados por la desagüe. De la misma manera, nuestros soldados llevaron a cabo más de 28.000 largas patrullas por la ruta Lithium, recorrieron unos tres millones de kilómetros, efectuaron 1.400 misiones de desactivación de explosivos, adiestraron a más de 13.000 militares afganos y se implicaron en la reconstrucción de ese fallido país. ¿Y ahora, qué? Los americanos se largan, como hicieron en Corea, en Vietnam y en Irak, y la población civil se queda en manos de los insurgentes, que ya se ha incautado del moderno arsenal y el equipamiento abandonados por los americanos, y el hasta ahora presidente, Ashraf Ghani se encuentra en paradero desconocido. La impresión es que hay tres destacados de los talibanes: Haibatulá Akunzada, líder espiritual, el mulá Baradar, cofundador del movimiento talibán, y Sirajudini Haqani, jefe de la influyente red Haqani. Estados Unidos tiene ahora otra gran preocupación: el control del Pacífico por su temor a China, que junto a Rusia, esperan sacar tajada con la explotación de yacimientos mineros (hierro, cobre, litio, cobalto y tierras raras) en ese avispero ardiente sin salida al mar.
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