jueves, 26 de agosto de 2021

Salirse del surco

 


Delirio proviene del latín de-lirare, “salir del surco al labrar la tierra”. Ello viene a cuento con la estupidez humana, que puede llegar hasta límites insospechados, como sucede en la gran novela cervantina, capaz de conseguir hacer reír al niño, pensar al joven y llorar al viejo. Hoy leo en la prensa que ha sido condenado en Teruel un tipo por robar documentos para ser reconocido  caballero de Primera Clase en la Orden de Malta, creada en Jerusalén en 1048 con la fundación de un hospital para peregrinos por comerciantes amalfitanos durante las cruzadas; y que, además, sus miembros llevaron a cabo acciones militares contra árabes y turcos en defensa de la religión cristiana. El reconocimiento internacional de la Orden de Malta y de los caballeros que la componen a día de hoy no es más que la huella pintoresca de una gloria antigua. Según señala Heraldo de Aragón, un valenciano de origen turolense de 39 años de edad sustrajo del Archivo Histórico Diocesano de Teruel, según cuenta ese diario por evitar ser descubierto en las irregularidades advertidas por el fiscal de esa orden religiosa en el expediente incoado a su instancia para lograr un ascenso”. El ahora penado por la Justicia pertenecía a Orden de Malta como caballero de Gracia y Devoción, pero pretendía ascender en el escalafón y ser reconocido como caballero de Honor y Devoción. Para su consecución, éste debía probar su nobleza, linaje y cristiandad a través de su árbol genealógico. Es decir, pasar de la Segunda clase (compuesta por caballeros y damas de honor y devoción en obediencia, de gracia y devoción en obediencia y de gracia magistral en obediencia) a la Primera clase (caballeros de justicia, entre quienes se escoge el Gran maestre, y por los capellanes conventuales). Pero la condena de los Juzgados de Teruel impuesta a ese “iluminado” de dos años de cárcel han sido debidos a haberse probado que “el autor se apropió del Libro II de las de las Partidas Sacramentales de la parroquia turolense de Barrachina (1693-1774) y de arrancar los folios correspondientes a cuatro partidas de bautismo y matrimonio de sus antepasados de los libros III y IV de esa misma parroquia y del Libro III de la parroquia de Villarejo de Olmos (pedanía de Calamocha desde 1971), además de esa condena, se le obliga a tener que responder con una indemnización de 12.000 euros al Obispado de Teruel-Albarracín por los daños causados en los archivos de esa diócesis.”. El resultado final que perseguía el individuo con ese “ascenso” fue negativo. El perito de la Orden de Malta que revisó el linaje del acusado “concluyó que todas las pruebas presentadas a partir del sexto tatarabuelo eran falsas, ya que su sexto abuelo (sic) no fue administrador de la Real Renta del Tabaco de la ciudad de Mula (Murcia), sino un vecino de Barrachina”. Su gozo en un pozo. Aprovecho para aclarar que durante los siglos XVII y XVIII se instauró el estanco del tabaco en España, reservándose el Estado, a través de distintas modalidades, las rentas generadas por el comercio del tabaco, convirtiéndose en una gran fuente de financiación de la hacienda pública, hasta la incorporación de España a la Unión Europea, que supuso la extinción del monopolio de fabricación, importación y distribución de labores de tabaco y su liberalización definitiva, con excepción de la venta minorista a través de las expendedurías de tabaco y timbre del Estado. Como dijo Rafael El Gallo el día que José María de Cossío le presentó en un hotel al filósofo Ortega: “¡Hay gente pa tó!”.

 

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