lunes, 16 de agosto de 2021

Mereció la pena trasnochar

 


Siguiendo con el cine de Florián Rey, esta madrugada pasada los más trasnochadores pudimos ver “La Hermana San Sulpicio” (1934) basada en la novela de Armando Palacio Valdés, con Imperio Argentina y Miguel Ligero como protagonistas. El argumento es costumbrista y sencillo de entender: “Desde Viana del Bollo llega al balneario de Marmolejo el médico Ceferino Sanjurjo, dispuesto a beneficiarse de las medicinales aguas. Allí, entre otros residentes, se encuentra la superiora del convento sevillano del Corazón de María, a la que acompañan dos monjas jóvenes de su misma orden.  Sanjurjo queda fascinado de una de las monjas, la hermana San Sulpicio, alegre y con buena voz. José Castellón, en el semanario Tajo (Año II, núm. 59, p. 2, 12/07/1941) publica lo siguiente:

“En 1884 fue don Armando a Marmolejo, el pueblecito de balneario que sirve de marco a la iniciación de los amores de los protagonistas. Por entonces ya gozaba de prestigio literario. Había publicado varias novelas, entre ellas Marta y María, una de sus más celebradas. Un día, cuando estaba durmiendo la siesta en la habitación de la fonda, le pasaron recado de que el canónigo don Eloy García Valero, presidente del Ateneo de Sevilla, quería saludarle. Don Armando acudió al gabinete de visitas y el canónigo se le presentó diciéndole que era un admirador de la novela Marta y María y le felicitaba por tan hermosa obra. Ambos se hicieron muy amigos, paseaban, departían acerca de temas de arte y jugaban al billar. El canónigo invitó al novelista a visitar Sevilla, prometiéndole enseñarle toda la típica ciudad, donde podría hallar pródiga cantera para sus futuros libros. Palacio Valdés aceptó la invitación y pasó una temporada en Sevilla, olisqueando su ambiente y tradiciones. El canónigo le presentó a una familia a cuyo patio acudía un vivero de personajes, que luego desfilaron por los capítulos de la novela. Esa familia figura en La Hermana San Sulpicio con el apellido supuesto de las de Anguita. De Sevilla y de aquella amistad con don Eloy salió la famosa novela, que Palacio Valdés escribió durante el verano en su casa aldeana de Entralgo, el pueblecito asturiano de grato recogimiento, dormido en el corazón de la montaña. La escribió en grandes pliegos de papel comercial, con papel de calcar debajo de cada hoja, para hacerse con dos manuscritos por si se le extraviaba alguno. La Hermana San Sulpicio se publicó el año 1889, editada en dos volúmenes, por la imprenta de don Manuel Ginés Hernández, establecida en la calle de la Libertad, de Madrid, y se hizo una tirada de 2.000 ejemplares, que tardaron siete años en venderse. ¡Quién iba a presumir entonces los cientos de miles que habían de venderse después!... Ha sido traducida al francés, inglés, holandés, sueco, ruso, portugués e italiano. En cuanto al alemán, ocurrió un suceso muy curioso, que hasta ahora ha hecho imposible la traducción, Acudió cierto día a casa del autor de la novela un súbdito alemán que le ofreció una espléndida cantidad por los derechos de traducción de La Hermana San Sulpicio. Don Armando aceptó y cobró la cantidad estipulada; pero no volvió a ver a tal señor, ni se hizo la traducción. Posteriormente le hicieron ofertas otros traductores alemanes, pero como por contrato tenía los derechos el desconocido caballero, Palacio Valdés no pudo concederlos a ningún otro”.

Sobre esa novela de Armando Palacio Valdés existe otra versión cinematográfica anterior (1927) muda,  producida por los hermanos Enrique y Ricardo Núñez con el capital conseguido con la venta de un bar en la madrileña plaza de Antón Martín, también dirigida por Florián Rey y con Imperio Argentina como protagonista. Años antes, recién llegada de Argentina, se presentó a un casting para la película Malvaloca sin conseguir que la contratasen. La película “La Hermana San Sulpicio” (versión de 1927) fue rodada en Madrid (en los estudios de La Fuente de la Teja) y Andalucía (Marmolejo y Sevilla). En Sevilla, Imperio Argentina y su familia se hospedaron en el Hotel Simón, inaugurado en 1910 en la esquina de las calles Rioja y Tetuán. En 1935 los responsables del hotel cambiaron de ubicación y levantaron el nuevo establecimiento en el número 19 de la calle García de Vinuesa. Allí estuvo hospedado Queipo de Llano unos días hasta el golpe de Estado de 1936.

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