lunes, 14 de marzo de 2022

Sobre el término "fabeación"

 

En Palencia no encuentran hombres que deseen llevar en andas las peanas del Cristo de la Misericordia y de la Virgen del Perdón.  El hermano mayor de la cofradía del Cristo de la Misericordia, Carlos Martín Antolín comentaba a El Debate que existe falta de relevo generacional, que la gente joven prefiere irse de vacaciones y los que quedan en Palencia son gente mayor y no están en condiciones de acarrear pesos. Los cofrades, conscientes del problema, han decidido aligerar de peso  a las andas, que rondan los 500 kilos, sustituyendo los varales de madera por otros de aluminio, abriendo ventanas en el trono para quitar madera y eliminando el cajón sobre el que reposa la talla. Ante esa tesitura, a mi entender sería mucho más sencillo habilitar ruedas a las peanas para ser empujadas. Comprendo que  el cofrade Carlos Martín intente “animar a los mozos palentinos -como él dice- a probar la penitencia de la carga sobre sus cuerpos como forma de lograr el perdón”, pero resulta más cómodo acercarse hasta el confesionario para lograr el mismo objetivo. Las procesiones de Semana Santa pueden resultar tenebrosas en Zamora  y llenas de colorido en Sevilla, o ruidosas por los insufribles redobles de tambores en Zaragoza y espectaculares con los juegos malabares de la Legión en Málaga. Pero, en cualquier caso, las procesiones constituyen por sí mismas espectáculos callejeros donde se practican performances, se airean viejas tallas policromadas, atraen turistas y mueve dinero. Los actores, que generalmente llevan tapadas las caras con terceroles o capirotes y visten hábitos o túnicas con cíngulos y medallones diferentes en cada cofradía, también utilizan diversos colores para diferenciarse: blanco, que indica pureza; marrón, heredado de los frailes; morado en señal de penitencia; negro por el luto, etcétera. Los capirotes tiene su origen en la Inquisición, y los terceroles hacen referencia a la Orden Tercera de san Francisco de Asís llamados terceros. Portan capuchas que cubren la cabeza y cuelgan por detrás. Se pueden llevar a cara tapada o a cara descubierta. Hasta el año 1935, los terceroles fueron los encargados de cargar con las peanas. Ese año se pusieron en huelga y fue a partir de aquel año cuando las diversas cofradías se encargaron de portar en andas sus imágenes, o de pagar a costaleros para que las trasladasen por las calles. Hasta entonces, los terceroles vestían túnica negra hasta los pies, abrochada con doble fila de botones, entre las que va una franja de terciopelo morado, con bocamangas, cinturón y cuello del mismo terciopelo. Del cinturón pendía en el lado derecho un pañuelo blanco, cuyo fin era secar el sudor, y del izquierdo, un gran rosario de madera. Completaba el hábito la medalla distintiva de la hermandad y guantes y zapatos negros. Así es como todavía hoy visten los cofrades de la Hermandad de la Sangre de Cristo, en Zaragoza, fundada en 1280 y formada por 50 miembros elegidos por “fabeación” en votación secreta. Ellos son los encargados de organizar la Procesión del Santo Entierro (Viernes Santo)  y de recoger a los fallecidos por diversas causas y trasladarlos al depósito de cadáveres en un furgón de forma altruista. La “fabeación” es un término desusado empleado en Aragón referido a la acción de “fabear”, consistente en descartar un haba blanca y las otras habas negras y hacer su clasificación en la cosecha. El término “fabear” etimológicamente se compone del sustantivo “faba” o “haba” y del sufijo “ear” que indica acción o causa.

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