jueves, 10 de marzo de 2022

El zorro, en el gallinero


 Con el aceite de girasol está sucediendo en España algo semejante a lo que aconteció al principio de la pandemia, cuando todo a todos les dio por acaparar papel higiénico. Claro, lo que sucede es que por la ley de la oferta y la demanda, el precio del aceite de oliva está subiendo como la espuma. Con una inflación del 7,4% ya me contarán cómo se puede llegar a fin de mes con salarios de miseria y pensiones de risa. De los carburantes mejor no hablar. Con el litro de gasolina a dos euros, el ciudadano, que ha hecho del utilitario su silla de inválido, sigue utilizándolo hasta para ir a un recado a tres manzanas de su casa. Pero el presidente Sánchez pretende hacernos ver a los españoles que la inflación galopante es culpa de la guerra en Ucrania cuando todos sabemos que ya estaba disparada  antes de la invasión rusa. Borrel, por otro lado, que cobra 26.000 euros al mes libres de impuestos, nos susurra la milonga de que los españoles bajemos el termostato del  gas de calefacción en solidaridad con la Europa  que recibe el gas ruso. Pero hay más cosas. La extrema derecha entra en el gobierno de Castilla y León con exigencias de la vicepresidencia, tres consejerías y la presidencia de las Cortes de esa comunidad para Carlos Pollán, el que fuese cabeza de lista de Vox en la provincia de León.  El presidente en funciones, Alfonso Fernández Mañueco, que dice haberlo hecho todo "pensando en los castellanos y leoneses y el futuro de nuestra tierra", se ha entregado a García-Gallardo como en el cuadro de “La rendición de Breda”, donde en un paisaje plano y brumoso (como la meseta castellana) Justino de Nassau en señal de sometimiento entrega la llave de la ciudad a Ambrosio de Spínola; o como en el poema de Rafael de León “Menos faltarle a mi mare” que cantaba Pepe Pinto, le ha dicho Fernández-Mañueco a García-Gallardo: “Y mira, nunca me quejo de tus caprichos constantes: /quiero un vestío, quiero un reloj, ¡de brillantes…!”. Ya tiene el aspirante a presidir el PP, Núñez Feijóo, al zorro en buena parte de su gallinero territorial. Ya verán cómo a corto plazo el gallego que surgió del frío termina en su despacho madrileño de Génova 13 como el gallo de Morón, sin plumas y cacareando. Hay que llamar a Fernando Simón para que nos explique de urgencia qué tipo de mascarilla debemos usar frente a tanto mediocre.

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