jueves, 31 de marzo de 2022

A propósito del mole de guajolote

 


En el diario “Arriba” (Madrid, 2 noviembre 1948), bajo el epígrafe “Un plato suave”, Camilo José Cela  publicó un artículo bajo una dedicatoria “a la señorita Carmen Gabuccio, que me inició en los remotos y misteriosos arcanos del mole de guajolote”. A continuación, por no cansar al lector, Cela hacía referencia a Pancho Villa y su entrada triunfal en Méjico, D.F. pidiendo en una cantina que le retratasen, mientras en una gramola del fondo del local salía el sonido de “Adelita”, “la canción que recordaba a la novia del sargento muerto en la guerra, la muchacha a quien Pancho Villa mandó dar muerte  porque no la quería ver llorar”. Para aquel que no sepa quien fue Carmen Gabuccio le pondré en antecedentes. El primitivo cuadro que se encontraba en el lugar que en la actualidad ocupa el de la Virgen de los Faroles (copia de otro lienzo de  Julio Romero de Torres) fue obra de Antonio Fernández de Castro, sacerdote y pintor barroco, racionero de la Catedral de Córdoba, destruido por un incendio en 1928. El Ayuntamiento de Córdoba encargó una nueva obra a Romero de Torres, circunstancia que no gustó a muchos cordobeses, puesto que ese pintor tenía fama de plasmar en sus lienzos a prostitutas apoyadas en quicios de mancebías. La modelo fue una mejicana de nombre Carmen Gabuccio Sánchez Mármol, hermana de Aníbal Gabuccio, guerrillero que participó en la Revolución Mejicana de 1910 y que más tarde luchó en la Guerra Civil española con el grado de teniente coronel, teniendo a su cargo la artillería en la defensa de Madrid bajo las órdenes del austro-húngaro Emilio Kléber, enviado a España por Stalin e integrante de las Brigadas Internacionales. Pues bien, Carmen Gabuccio, que tenía pasaporte mejicano, ayudó (estaba afiliada a Falange Española) a muchos ciudadanos a refugiarse en la embajada mejicana para evitar que terminasen con sus huesos en un "paseo".También hizo labores de espionaje, siendo encarcelada en Madrid, primero, y en Murcia, después; y condenada a muerte. Había sido delatada por  su hermano. Salvó la vida y fue liberada en marzo de 1939 por presiones internacionales.  Aquella virgen pintada por Romero de Torres para un altar de la Mezquita-Catedral se encuentra en la actualidad en el museo del pintor. Carmen Gabuccio, nacida en Palma de Mallorca en 1900, tras muchos avatares en Méjico, regresó a España en 1925 y comenzó a trabajar como corista en el Teatro Apolo, donde conoció a José Antonio Primo de Rivera, amigo entrañable de una compañera suya. También conoció a Valle Inclán, que la llamaba “la Niña Chole” por recordarle a la heroína mejicana de uno de sus relatos. Por mediación de Valle Inclán, Carmen Gabuccio conoció a Romero de Torres. Murió en Cuernavaca muy anciana. Romero de Torres también  inmortalizó  a Carmen Gabuccio en su  cuadro “La chiquita piconera” y en cartel “El Cohete”, encargado por Unión Española de Explosivos para su calendario de 1931, es decir, publicado después de su muerte el año anterior.

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