viernes, 11 de marzo de 2022

Unamuno y el lago de Sanabria

 



E
l 1 de junio de 1930, Miguel de Unamuno visitó el lago de Sanabria, lugar que le inspiró la novelilla “·San Manuel Bueno, mártir” en la que también dejó dos poesías. La  primera de ellas hace referencia al pueblo de San Martín de Castañeda. La segunda, a la leyenda de Valverde de Lucerna, localidad  imaginaria que según la leyenda se encuentra bajo sus aguas del lago. Lo cierto es que en sus alrededores está el embalse de Vega de Tera, construido entre 1954  y 1956 con calidad deficiente. Tanto es así que la noche del 9 de enero de 1959 se produjo la rotura de parte de la presa y su derrumbe liberó más de ocho millones de metros cúbicos, arrasando el pueblo de Ribadelago (Unamuno lo cita en su prólogo como Riba de Lago) y produciendo la muerte de 144 personas, dato que se quedó corto debido a que el Estado nunca quiso dar  a conocer  la verdadera cifra de desaparecidos. En aquella visita al lago de Sanabria, Unamuno gestó un relato, no sé si novela corta o cuento largo, centrado en Valverde de Lucerna, el pueblo sumido bajo las aguas del Lago de Sanabria y que, según una vieja leyenda, se escuchan las campanas de la torre de su iglesia cada noche de San Juan. Ambas localidades, Ribadelago y San Martín de Castañeda se encuentran desde 1858 integradas en el municipio de Galende, pueblo que data del año 927 tras un pleito entre los monjes del Monasterio de San Martín de Castañeda y un tal Ranosindo (no confundir con el duque de la Taraconoense que junto a Hiderico, conde de Nimes, se unió a las tropas de Wamba en el año 673)  por una pescadería y otras propiedades que ya habían sido vendidas al Monasterio el año anterior. Galende se integraría más tarde en la receptoría de Sanabria, en tierras del conde de Benavente. En el prólogo que Unamuno hizo en 1932 a la edición de 1933 (de Espasa Calpe) sobre “San Manuel Bueno, mártir”, al hacer referencia a Ribadelago señaló que “esa trágica y miserabilísima aldea agoniza y cabe decir que se está muriendo.  Es de una desolación tan grande como  las de las alquerías, ya famosas, de Las Hurdes. En aquellos pobrísimos tugurios, casuchas de armazón de madera recubierto de adobes y barro, se hacina un pueblo al que ni le es permitido pescar las ricas truchas en que abunda el lago y sobre las que una supuesta señora creía haber heredado el monopolio que tenían los monjes bernardos de San Martín de Castañeda”. Sobre la obra centrada en Valverde de Lucerna, la narradora, Ángela Carballino, trasmite vivencias personales del párroco por exigencias del obispo de la diócesis de Renada para su proceso de beatificación de don Manuel. Pero Ángela se guarda  el “secreto” de una verdad no cuestionada que podría interrumpir el proceso para alzarlo a los altares.  Solo aparecen cuatro personajes en escena: Don Manuel, Lázaro, Ángela y el ignorante Blasillo. Recomiendo su lectura.

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