jueves, 24 de marzo de 2022

En la muerte de Luis Roldán

 


Me entero de la muerte de Luis Roldán Ibáñez. Le conocí cuando él era concejal del Ayuntamiento de Zaragoza y ambos militábamos en el PSOE. Mi militancia de base duró poco tiempo. Me marché por aburrición, casi a un tiempo de dejar muy enfadado su carnet de militante sobre una mesa del Ateneo de Zaragoza Ángel Cristóbal Montes, catedrático de Derecho Civil en la Universidad de Zaragoza, diputado en el Congreso por el PSOE entre 1976 y 1982,  y que más tarde se pasó a las filas del PP, donde presidió las Cortes de Aragón entre 1991 y 1995. Cristóbal se marchó, supongo, por no ver satisfechas sus aspiraciones dentro del partido; yo, por desear salir cuanto antes de aquel dedalo de humo. Como digo, la muerte de Luis Roldán me ha producido consternación. Contaba que le había quedado una pensión ridícula, ya que la Seguridad Social solo había tenido en cuenta 5 años cotizados en una empresa de seguros de los últimos 15, pese a que había cotizado otros treinta años, desde 1964 hasta 1994. No seré yo el que haga leña del árbol caído. En unas declaraciones que hizo en su día a Heraldo de Aragón, Roldán señaló que “su vida discurre tranquila, pasea y suele acudir a exposiciones. Los miércoles, día del espectador, vamos a ver una película al cine". No especificaba en aquella entrevista si le acompaña al cine su tercera esposa, Natasha, o su hijo, el economista Luis Javier, con el que vive en un piso heredado de su padre. Roldán, al que se le acusó de haberse apropiado de 75 millones de pesetas del Colegio de Huérfanos de la Guardia Civil, que nunca pudo ser probado; de fondos reservados; y de comisiones por concesiones de obras de diversas casas-cuarteles, terminó con sus huesos en la prisión de Brieva tras una rocambolesca huida de España. Tras salir de su encierro, publicó el libro “Roldán, crimen y castigo” al alimón con Fernando Sánchez Dragó. También recibió ayuda de subsistencia de su amigo, el empresario Arturo Beltrán hasta su muerte, en 2014, y de Julián San Cristóbal, exgobernador civil de Vizcaya. En aquel juicio condenatorio, la Justicia condenó a su testaferro Jorge Esparza a 16 años y dos meses de cárcel por malversación y cohecho y a indemnizar al Estado con 578 millones de pesetas; y a su entonces segunda esposa Blanca Rodríguez Porto, a cuatro años de cárcel por encubrimiento y otro delito contra el Fisco. Y Paesa se fue de rositas, ¿verdad, Belloch? Como decía, la muerte le ha sorprendido esta pasada madrugada a Luis Roldán en el Hospital de San Juan de Dios, perteneciente a esa orden mendicante de los juandedianos, de confesionalidad católica,  integrada en la red sanitaria pública desde 2019. Lamento su muerte y desde aquí aprovecho para dar el pésame a sus familiares. A todos habría que concedérseles una segunda oportunidad. Nadie es lo suficientemente inicuo como para no merecer una redención posible. Me quedo con inocuo: la de “que no hace daño a nadie”. Siento la muerte de Luis Roldán. Hasta siempre, compañero.

No hay comentarios: