sábado, 19 de marzo de 2022
La corte de Faraón
Lo que acontece en el Gobierno es lo más
parecido a un género sicalíptico donde se mezcla opereta, zarzuela, revista y
cuplé. Con Franco agonizando se
produjo la “Marcha Verde” y España
salió de ese arenal, el Sahara Occidental, con el rabo entre las piernas por
los Acuerdos de Madrid. Fue una
maniobra de Hasán II, rey de
Marruecos desde 1961, para anexionar ese
territorio hasta entonces español. En la actualidad es uno de los diecisiete territorios
no autónomos bajo supervisión del Comité
Especial de Descolonización de la Organización de las Naciones Unidas, con
el fin de terminar con el colonialismo. Existe una “Zona Libre” reclamada por el FPolisario, que desea un
pronunciamiento de las Naciones Unidas que todavía no se producido y, en consecuencia, parte de su
población bereber se encuentra en campos de refugiados argelinos de Tinduf).
Argelia, por otro lado, enemiga de Marruecos, es clave para el abastecimiento
de Europa tras la invasión de Ucrania por Rusia y el primer suministrador de
gas licuado a España. Hace solo unos días, el ministro de Energía argelino, Mohamed Arkab comunicaba a la
vicepresidenta tercera, Teresa Ribera,
su disposición a incrementar ese suministro “siempre -así lo afirmó Arkab- que
ni una sola molécula de nuestro gas a España se destine a Marruecos”. Pero el
presidente Sánchez, que ahora se
deja asesorar por el amortizado Javier
Solana, caballero del Toisón de Oro
desde 2010, exsecretario de la OTAN durante la guerra de los Balcanes, amigo de
Juan Carlos de Borbón y de Felipe González, y sobrino en segundo
grado de Salvador de Madariaga.
Sorpresivamente, Sánchez ha abandonado la posición de neutralidad y consenso de
las resoluciones de Naciones Unidas y cree ahora que el plan marroquí de
autonomía para el Sahara es la “base más seria” para una solución del conflicto,
y así se lo ha hecho saber a Mohamed VI,
que mantiene esa tesis desde 2007. Es una manera de limar asperezas con
Marruecos desde la acogida de Brahim
Ghali, líder del FPolisario, en un hospital de Logroño el pasado mes de abril.
Desde entonces sigue ausente la embajadora de Marruecos en España. ¿Qué le ha
hecho a Sánchez cambiar de posición? De momento ha enfadado a sus socios de Podemos
en el Gobierno, necesarios para seguir gobernando. Y también, posiblemente su
posición incomprensible ayude a que Argelia cierre el grifo de gas licuado a España,
que sería lo peor que nos podría suceder. En España se mezcla, como digo, la
opereta, la zarzuela, la revista y el cuplé. Y en esa “Corte de Faraón” esperpéntica, La Moncloa se ha convertido en el Palacio de Putifar, donde Sánchez baila
el garrotín con una mitra sobre la cabeza:”Cuando
te miro el cogote/ y el nacimiento del pelo/ se me sube/ se me sube /se me
baja/ la sangre por todo el cuerpo. / Que te quieres apostar/ que te quieres
apostar/ a que tengo yo una cosa/ que no tiene los demás. / ¡Olé, olé y olé!”.
“Ceuta y Melilla cualquier día te las entrego, Mohamed. Y el que venga atrás, que arree y se bata el cobre en la isla de
Perejil, que eso de volver al statu quo,
que dijera Ana Palacio, ya no mola.
Ah, ¿quieres también un collar? Pues nada, hombre, ¡de brillantes! Devuélveme
la embajadora Karima
Benyaich, mira de que no trepen los morabitos por las vallas y te
puedes tú quedar con los fosfatos y con todo lo demás.
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