viernes, 18 de marzo de 2022

Capillitas sevillanas

 


Sabía que Frigidiano Vázquez era todo un “manitas”. Pese a estar jubilado, disponía de un cuarto donde hacía tallas de madera y arreglaba las bicis de sus nietos. Pero nunca supe fue qué era lo que rebuscaba en las basuras. Hasta que un día pude observar que se llevaba a casa botes de conserva vacíos. No cabía duda que él sabía darles un segundo uso. Hasta que un día me invitó a pasar al interior de su pequeño taller. Entonces comprendí para qué los quería. Con  una tijera de cortar hojalata sacaba los dos nervios de las latas: el de arriba y el de abajo. Con ellos,  convenientemente torcidos con la ayuda de unos alicates de puntas y un soldador de estaño, confeccionaba rejas de capillitas sevillanas. En el centro, algo metida, siempre había una virgen detrás de un cristal. En casa tengo una capillita con dos faroles a los que puse hasta cristales. Las capillitas siempre suelen estar pintadas de negro; pero la mía, al restaurarla (limpiar y soldar algún barrote que tenía suelto) la pinté de color oro viejo y así sigue en la pared, sobre un chifonier que hay frente a mi cama. Cuando “heredé” la capillita llevaba una imagen del  Corazón de Jesús que parecía haber sido recortado de una revista religiosa, haciendo referencia a santa Margarita María de Alacoque, sobre la que se cuenta que tuvo una aparición el 16 de julio de 1675 de un Cristo con un corazón en llamas, coronado de espinas y una herida abierta de la que manaba sangre, y de su interior salía una cruz. Más tarde se puso de moda el famoso “detente” en forma de escapulario, como armadura espiritual que las madrinas de guerra de la zona rebelde entregaban a los soldados que iban al frente. Pero la Batalla del Ebro demostró que el “detente” no detenía las balas ni los obuses ni la metralla enemiga. El único que tuvo baraka , no sé si también “detente” ,fue el entonces capitán Franco, que el 29 de junio de 1916 en la toma de El Biutz fue herido y no murió gracias a los reflejos del entonces capitán Mohamed Mizzian (siendo entonces ayudante del general Temprano), el mismo que mató en 1924 (según testimonio del brigada Emilio López, corresponsal de El Telegrama de Melilla) a un rifeño que apuntaba al ferrolano. Mizzian fue herido en 1936 cerca de la Ciudad Universitaria de Madrid, y terminó siendo capitán general de Galicia y más tarde de Canarias, sin tener en cuenta que los soldados a sus órdenes, en 1939 y durante la toma de Manresa, violaban a las mujeres y más tarde las mataban para que no les denunciaran. Frigidiano Vázquez, que por aquellos años era un niño de pantalón corto en Brenes, siguió con la afición de crear capillitas hasta su fallecimiento, el 15 de diciembre de 1978, el mismo día que descarriló el tren talgo Madrid-Cádiz cerca de Manzanares (Ciudad Real) con un balance de 13 muertos y 15 heridos. Supongo que se le echaría la culpa, como siempre, al maquinista.

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