martes, 28 de octubre de 2025

Noviembre tampoco es manco


Llegan los ábregos y  el tren de borrascas anunciado amenaza con lluvias toda la semana. Ello limitará considerablemente las visitas a los cementerios coincidiendo con el inicio de noviembre. Dice el refrán: “dichoso mes, que entra con los Santos, media con san Eugenio y termina con  san Andrés”. En realidad, cada día del mes de noviembre tiene una sentencia popular basada en la experiencia de los campesinos, y cada día su santoral.  Así, el 5 señala que “por san Zacarías, la niebla no deja ver el día”; el 6, “por san Severo empieza el tempero”; el 9, “por san Agripino, los primeros fríos”; el 10, “por san Avelino el trigo mejor en el silo”; el 11, “el veranillo de san Martín dura tres días y fin”; el 12, “por san Aurelio llueve el día entero”; el 13, “por san Eugenio, las castañas al fuego, la leña al hogar y las ovejas a guardar”; el 16, “por santa Gertrudis, atiza la lumbre”; el 17, “de san Martín a santa Isabel veranillo es”; el 18, “Alerta, que ya llega san Odón, y has de tapar el cardo con cartón”; el 22, “por santa Cecilia, tiempo de morcillas”; el 23, “por la fiesta de san Clemente cuanto trigo siembres, pierdes”; el 24, “antes de santa Flora, no tiene hoja la mora”; el 25, “por santa Catalina, mata tu cochina”; el 28, “por san Honesto, comienza de verdad el fresco”; el 29, “por san Saturnino, mata tu cochino”; y el 30, “por san Andrés, entra mes y sale mes.” Estos días, que se esperan lluviosos y fríos, recomiendo la lectura del ‘Quijote’, donde asoman más de mil refranes salidos de la boca incontenida de Sancho, que los modifica y trastoca, como hace con los vocablos, mientras cabalga a lomos de su pollino por los secarrales de Sierra Morena. Sancho, pese a sus deficiencias, además de un auténtico saco de sabiduría perdurable, es un gran conocedor del habla popular del siglo XVI, la época en la que tocó vivir a Cervantes, que comió pan de muchos hornos de diversas cárceles: fue cautivo durante 5 años en Argel tras la Batalla de Lepanto, siendo rescatado por Juan Gil, religioso de la Orden de la Santísima Trinidad (en la que tuvo el oficio de redentor general), y posteriormente dio con sus huesos en la Cárcel Real de Sevilla, que se encontraba, en la confluencia de las calles Sierpes y Entrecárceles, donde hoy existe una entidad bancaria. Aquellas sentencias populares aparecen por primera vez en el episodio en el que se caballero y escudero se topan con unos frailes que trasladan a un muerto, donde el escudero aconseja a don Quijote: El jumento está como conviene, la montaña cerca, la hambre larga, no hay que hacer sino retirarnos con gentil compás de pies, y como dicen, váyase el muerto a la sepultura y el vivo a la hogaza”. No deseo terminar sin recomendar “Historia del cautivo” (Alfar ediciones. 2008. 72 páginas) donde el cautivo cuenta cuando su padre dividió la hacienda en tres partes, una para él y las otras para sus tres hijos, quienes deberían dedicarse a las armas, las letras y al comercio. Cervantes se decidió por las armas y, aunque nunca llegó a ser manco, casi le costó perder un brazo. Tuvo mejor suerte que Valle Inclán en el ‘café de la Montaña’, en la Puerta del Sol, como consecuencia de una pelea con Manuel Bueno surgida tras una tertulia en julio de 1899.  (Marco y Peter Besas.”Madrid oculto”. Ediciones La Librería. Madrid. 2007).

 

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