jueves, 11 de octubre de 2012

El Nobel para Mo Yan




El chino Mo Yan, que acaba de ganar el Premio Nobel de Literatura, tiene un aspecto familiar. Se me antoja haberlo visto en mi barrio regentando un bazar del “todo a cien”. Cuentan quienes lo conocen que sus novelas poseen un “realismo alucinatorio”.  Pronto veremos “Sorgo rojo” o “La república del vino”, además de en los escaparates de los grandes almacenes, en las estanterías de los bazares de los barrios, junto a las teteras, los alicates, las tulipas y los marcos para fotos. No pasa día sin que los chinos nos den sorpresas. Son muy trabajadores y lo mismo fríen una corbata que  planchan un huevo frito. En mi barrio se dedican a los bazares y a los negocios de hostelería.  Cada vez que un bar de los de siempre pierde clientela por culpa de la crisis, enseguida se traspasa a una familia de origen chino que lo levanta y le saca brillo y rendimiento. Para los chinos no existen los días festivos y son capaces de hacerte unas papas bravas o unos calamares a la romana cinco minutos antes de la hora del cierre obligado por los ayuntamientos. Y los veladores funcionan de maravilla. Pides una cerveza y siempre la acompañan con un extenso plato de pipas de girasol, o de cacahuetes, que no acabas de pelar en toda la tarde. Te producen más sed y vuelves a pedir otra cerveza, y así… En fin, que me alegro de que a un chino le hayan dado el Premio Nobel. Los suecos son gente práctica, que saben vender estanterías, útiles de cocina y albóndigas en sus tiendas de Ikea. Otra cosa es que las estanterías que compras en forma de kit, donde se acompaña un pequeña llave de Allen en forma de zeta, más tarde la sepas montar en casa fijándote en una cuartilla-plano. Como te dejes de meter un tornillo en su correspondiente agujero, vas listo. Y los pragmáticos suecos también son conocedores de que China representa el futuro ahora, cuando Europa y el euro hacen aguas. La mejor manera de hacerse el sueco, por tanto, es concederle el Nobel a un chino, mejor aún si ese chino nacido en Gaomi es capaz de hacer buena literatura.

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