El Gobierno actúa como ese
cirujano al que el paciente acude porque tiene un grano en una pierna. Y el
cirujano “cortando por lo sano” decide amputarle la pierna. Muerto el perro, se
acabó la rabia. Pues bien, como el Gobierno se ve incapaz de arreglar el
problema económico de España, plantea, como señala El País, “tocar la ley para
‘modular’ el derecho de manifestación”. El Gobierno que preside Mariano Rajoy,
de incompetencia manifiesta en todas las carteras que lo componen, desea al silencio
de los corderos, o el silencio de los cementerios. Cifuentes, delegada de ese
Desgobierno, “ha reiterado -como sigue
informando El País- que la ley es ‘muy permisiva y amplia’ con el derecho de
reunión y manifestación y ha ido un paso más allá en el debate sobre los
límites del derecho a protestar abierto por el Movimiento 15-M y reabierto por
los recientes intentos de rodear el Congreso”. Pues nada, se suprime ese
“molesto” artículo 21 de la
Constitución y se impone un toque de queda a las nueve de la
noche, como ya hizo Milans del Bosch en Valencia en febrero de 1981. Si Rajoy
supiera inglés, que no lo sabe, podría enterarse sin necesidad de traductores
lo que cuenta The New York Times: “La paciencia de la gente se está acabando a
causa de las políticas de austeridad exigidas por el Gobierno de Alemania y los
dirigentes de la Unión
Europea, que obviamente no han conseguido su objetivo de
reducir el lastre de la deuda y allanar el camino hacia la recuperación. (…)
Los Gobiernos regionales (españoles) malgastaron miles de millones en proyectos
de obra pública durante los años de ‘boom’. Pero ese dinero se ha perdido, y la sanidad y la educación no
deberían verse sometidas a grandes recortes en tiempos de crisis. (…) En una
profunda recesión como esta, no es el mejor momento para hacer frente a
problemas de largo plazo como el coste de las pensiones y el envejecimiento de
la población. (…) Dado que los parados de larga duración están empezando a
perder las prestaciones por desempleo, la pensión se ha convertido en la
principal fuente de financiación de cientos de miles de familias”. Y mientras
las desgracias se ciernen sobre los españoles, ¿qué postura adopta la Conferencie Episcopal
Española? Lo cuenta Julián Casanova en un espléndido artículo en El País: “El
integrismo se impone. Y con la educación y las finanzas a salvo, ¿para qué
descender a los problemas mundanos?”. Claro, claro…
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