Me viene a la cabeza la obra de
Leandro Fernández de Moratín, comedia satírica en dos actos también llamada “El
café”. Se trata de una breve pieza metateatral cuyo objeto era la crítica del
efectista drama histórico contemporáneo, estrenada en el Teatro del Príncipe en
1792. Eso, aquí y ahora, se traduce como el sorteo de Navidad en época de
crisis. Le ha tocado el “gordo” a la
Virgen del Pilar en forma de medalla de la Benemérita; y la pedrea,
en forma de colgajos de valor simbólico, a 53 miembros de la Guardia Civil, a la presidenta
de la Comunidad Autónoma,
Luisa Fernanda Rudí, que hoy actuaba como madrina del Cuerpo, al alcalde
Belloch, al locutor Carlos Herrera, al embajador de Chile, a una mujer embarazada y a uno de sus hijos y
a algún ciudadano más que ahora se me escapa. Se ha echado en falta que en el
discurso de hoy, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, que ya hizo el
mes pasado un florido y adornado pregón en las fiestas de Calatayud, se
refiriese al contubernio judeo-masónico, posible responsable de la crisis y de
todos nuestros males patrios. Parece como si en Zaragoza se hubiera presentado Francisco
Franco en carne mortal para dar la bendición “urbi et orbi”, hisopar a los
presentes y recordar a todos que, “cuando al transcurrir los días parece que el
tiempo marcha, vuelve”. Apenas han transcurrido diez meses desde la llegada de
Rajoy a la Moncloa
y parece como si se hubiera hecho uso de la moviola histórica en una rara sinrazón
esperpéntica. Estos días en que los expertos están analizando la momia del
general Prim, podría ser el preámbulo de la exhumación de Franco en Cuelgamuros
para ponerle pilas a sus restos y comprobar si es posible que mueva una mano o
que eche a andar como un autómata. Pero volvamos a la crónica que ha dado el
domingo: mientras esas cosas pasaban en la plaza de las Catedrales, un grupo,
en este caso no muy grande de policías y guardias civiles, todos ellos vestidos
de paisano, hacían pitadas frente a la Delegación del Gobierno en Aragón. Rudí, que iba
ataviada con mantilla española, parecía como si ejerciese de madrina en la
botadura de un buque de la
Armada. Je, je, destructor “ Luisa Fernanda Rudí”, ¿se
imaginan? A este paso todo se andará, si la vara no se rompe.. Es cuestión de
hablar con Morenés, ahora que Rota va a tener un paraguas antimisiles y no
sabemos cuántos impermeables. La peineta española, cuando la visten con
mantilla negra de encaje fino las presidentas de nuestras Comunidades Autónomas
(recuerden a Cospedal en el Corpus de Toledo) es la mejor manera de vender la
marca España. Ya verán, ya, cuando la foto de Rudí con peineta aparezca en el ‘The New York Times’ junto a
los fajines rojos y los tricornios acharolados de los mandos de la Guardia Civil. Va a ser la
bomba. Bueno, pero a lo que iba. Cuentan que la confección de la bandera que
hoy ha entregado Rudí a la VIII
zona de la Benemérita
ha costado más de 5.000 euros. A la hora de los discursos, entre el ambiente
sonoro de los pitos y las flautas de las fiestas pilaristas, ha hablado Rudí
cuando le ha llegado su turno de palabra. Y ha aprovechado para “advertir a
quienes en medio de esta crisis ‘vean la ocasión de dañar a España’ que
‘fracasarán’ porque este país -ha dicho- sigue siendo ‘una realidad viva y en
marcha, una comunidad de personas libres y dispuestas a seguir adelante. (…)
Aquel que dañe los símbolos “dañará la libertad y la igualdad”. Ya estamos otra
vez con el contubernio judeo-masónico con ventanas a la calle. Por cierto, era
incontable el número de furgones de la Policía por los alrededores. Me recordó por un
momento a Madrid el pasado día 25 de
septiembre. ¡Qué horror! El delegado del Gobierno, Gustavo Alcalde, también ha
aprovechado para declarar a Europa Press que “si para cualquier español de bien
es preocupante que haya personas que silban y gritan al himno nacional es
especialmente preocupante, impresentable, que detrás de esos gritos estén unos
sindicatos policiales. (…) Si la pitada de hoy hubiera ocurrido en Francia estarían detenidos”.
¡Chupa del frasco, Carrasco! ¿Oiga, Alcalde, quiénes son para usted “españoles
de bien”? Es curioso el desdoblamiento
que hace la Derecha
más rancia a la hora de clasificar a los españoles: en “españoles de bien” y
“el resto”. A ese “el resto” pertenece la inmensa mayoría de ciudadanos, que
trabaja en lo que puede y le dejan, que lucha por sus sueños truncados, que no
se mete con nadie y que se manifiesta en las calles de las grandes ciudades
cuando comprueba que se han deteriorado unas conquistas sociales que llevaron
muchos años de esfuerzo colectivo y que causaron muchas desdichas personales
por causa de la humillante “Brigada político- social” y del TOP. Los otros, los “españoles de bien” son,
supongo, aquellos que ahora, a falta de mejor cosa que hacer dentro de un evidente
desgobierno, arremeten contra los autos
del juez Pedraz cuando no se amoldan a sus antojos de partido, como antes lo
hicieron contra el juez Garzón, mean agua bendita, condecoran a la Virgen sin saber muy bien a
cuento de qué y se saben poseedores de la cuerda de trenzado. Y el conjunto de
unos y de otros formamos un Estado variopinto y multilingüe, donde no caben ni
usando calzador las asimetrías ni las fisuras de unos pocos.
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