Leo en El Correo de Zamora un
artículo de Luis Miguel de Dios, “Acojono en los majuelos”, donde cuenta: “Es
perfectamente entendible (y deseable) que nuestras ilustrísimas autoridades
vigilen el cumplimiento de la ley y velen para que no se cometan abusos
laborales de ningún tipo, pero, hombre, entre eso y levantar acta porque haya
familiares y amigos que ayuden al agricultor a recoger las uvas media un
abismo”. A mi entender, está bien eso de que los amigos ayuden a trasladar
muebles cuando se cambia uno de casa, en la matacía, o en la vendimia. Pero
también es verdad que se están produciendo abusos en la contratación para
recolectar productos del campo en determinadas zonas. El “acojono” patronal,
cuando se produce es porque éste, el patrono, tiene rabo de paja y sabe cómo se
las gastan los inspectores de Trabajo, que para eso están. Sigue escribiendo De
Dios, refiriéndose a esos socorros, que “si no se vendimian con la ayuda de
hijos, cuñados, primos, vecinos y demás, ni son rentables ni merecerá la pena
cuidarlos, trabajarlos y conservarlos, dada su antigüedad, casi como auténticas
reliquias”. Majuelo es el terreno dedicado al cultivo de la cepa, que suele
dividirse en bancales. A nadie se le escapa que a las grandes empresas
vitivinícolas se les autorizó hace años adquirir majuelos en diversos lugares
de nuestra geografía para poder comercializar vinos con diversas denominaciones
de origen. Así, por ejemplo, cuando alguien adquiere una botella de vino
“Bajoz” en un supermercado, sabe que está adquiriendo una botella con
denominación de origen “Toro”, y no se para a pensar que la cooperativa
zamorana Viña Bajoz, de Morales de Toro, estaba en concurso de acreedores desde
mayo de 2008 y que fue “salvada” en septiembre de aquel año por Félix Solís al
salvarla de una quiebra segura por 7’2 millones de euros. Félix Solís Avantis,
que comenzó en 1952 con una modesta bodega en Valdepeñas, comercializa en la
actualidad, además de Valdepeñas y La
Mancha, vinos con denominación de origen Ribera del Duero,
Rueda, Rioja y Toro, bajo las siglas Pagos del Rey, S.L. Además de ello, desde
1998, cuenta con bodega propia en Shanghai y tiene instalaciones logísticas en
Japón, Estados Unidos, República Checa, Francia, Reino Unido, Alemania, etc.
Alguien imagina que tales majuelos zamoranos de ese “holding” pueda ser
vendimiado por cuñados, primos y vecinos de no sabemos quién a cambio de una
propina en negro. Pues no. Cuando aparece en el tajo la inspección de Trabajo, si
es que aparece, el responsable de la vendimia deberá dar cuanta de la nómina de
braceros que efectúa las labores de recolección de uva. El “acojono” patronal
sólo existe cuando se producen malas prácticas en las contrataciones. Y tales
irregularidades, detectadas con harta frecuencia en este país, le aseguro al
señor De Dios que en la vendimia francesa no suceden. Termina diciendo en su
escrito que “vigilancia y cumplimiento de la ley, sí, pero sentido común,
respeto a las costumbres y flexibilidad, también. De lo contrario, la vendimia,
algo clave en la vida de los pueblos, se convertirá en un martirio y mucha
gente tirará la toalla. Y no están los tiempos, no, para desperdiciar nada ni
para dejar abandonadas viñas que, si no te dan beneficios económicos, al menos
te proporcionan satisfacciones personales y te mantienen unido a la tierra, a
la naturaleza y a la tradición”. Bueno, tomo nota, y que los seis millones de
desempleados se beban sus penas.
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