Sólo los periódicos “La Razón” y “ABC” llevan en
portada la imagen de la Reina
y de los Príncipes en Oviedo. Lo cierto es que tuvieron que escuchar abucheos y
cánticos no gratos a su salida del Hotel Reconquista. La alocución del Príncipe
estuvo trufada de alusiones al esfuerzo colectivo. Y también, que “la sociedad
exige una reflexión rigurosa para nunca más volver a caer en errores y excesos
inadmisibles, con la firme aspiración de construir un futuro basado en el
rigor, la seriedad, el esfuerzo y la honradez”. Pues nada, si queremos, como
dijo el Príncipe, no volver a caer en excesos inadmisibles, que empiece este
ciudadano, por muy príncipe que sea, por contarle esa “milonga” a su padre, a
su hermana menor y a su cuñado. ¿O es que en su familia no se han cometido
excesos inadmisibles? Una cosa es predicar y otra dar trigo. El que sí estuvo
en su sitio y contó las verdades del barquero fue Antonio Muñoz Molina, al
tomar la palabra en nombre de los galardonados. Al hacer referencia a estos “tiempos
tan amargos”, Muñoz se refirió a España como “un país asolado por una crisis
cuyos responsables quedan impunes, mientras sus víctimas no reciben
justicia”.”Consejos vendo que para mí no tengo” es un viejo refrán referido a alguien que no sabe
aplicar sus propias recetas, o para aquel al que parece sobrarle tanto algo,
que puede sacar a la venta sus excedentes. El Heredero de la Corona es persona seria que
sabe estar en su sitio. Nada que objetar. Pero, a mi entender, decir ciertas
cosas durante la entrega de unos premios, en este caso de los Premios Príncipe
de Asturias, estando presente en el acto el ministro Wert, responsable de las
últimas huelgas en Educación, del malestar generado en los docentes, de la
falta de consenso en los programas educativos y de su vergonzosa genuflexión
ante los dictados de la poderosa Conferencia Episcopal, suenan como a hueco.
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