Ayer comentaba que debería
aclararse una sinrazón; es decir, el motivo por el que los profesores de
Religión no pueden ejercer labor de vigilancia en las horas de recreo al
alumnado de Primaria. Y añadía que toda
ayuda prestada en tiempo de recreo debe ser bienvenida, al margen de las
ideologías y de las diplomaturas. Pues bien, hoy me he desayunado con las
últimas declaraciones de Susana Díaz, presidenta de Andalucía, donde
“justifica” tales motivos. Esta mañana, en Madrid, en un desayuno informativo organizado por el Foro
Nueva Economía, Díaz ha dicho que “pretender otra cosa sería anómalo y
recurrible constitucionalmente porque quebrantaría los criterios de mérito y
capacidad que concurren en el profesor regular”. Por todos es conocido que los
profesores de Religión son designados por el Obispado directamente, tras
superar la Declaración
Eclesiástica de Idoneidad (DEI) de acuerdo con la
Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo y el Real
Decreto de Educación 696/2007, de 1 de junio, por el que se regula la relación
laboral de los profesores de Religión, para ser designado profesor de Religión
Católica por la Administración
Educativa correspondiente. Pero, al margen de esas peregrinas
consideraciones de Susana Díaz, cualquier persona mayor de edad y en su sano
juicio tiene capacidad bastante para ejercer labores de vigilancia en los
recreos infantiles, al margen de esos “criterios de mérito y capacidad”
relacionados con una titulación académica que habilita al ejercicio de la
docencia. Porque, ya puestos a hilar
fino, a mí me gustaría saber qué méritos y capacidades tiene acreditados Susana
Díaz para haber llegado a presidir la
Junta de Andalucía tras la salida acelerada de José Antonio
Griñán “por la necesidad de producir – según dijo- un cambio generacional en la
política andaluza”; y, también, “por preservar a la Presidencia de la Junta de la ‘erosión’ en el
caso de los ERE”. Y el 7 de septiembre, Susana Díaz era elegida presidenta de la Junta, después de haberse
rechazado otras candidaturas de forma vergonzosa. Fue el famoso “Susanazo”. Y
poco más tarde, Griñán era nombrado senador para seguir aforado. A nadie se le
escapa que –como bien escribía Ignacio Trillo en su blog- “en el PSOE andaluz
está instalada la subcultura clientelar y pesebril, donde Susana Díaz ganó sin
sorpresa alguna la batalla por goleada de avales”. Y yo añado: sí, de avales de
estómagos agradecidos. Como escribía al principio, hoy me he desayunado con las
últimas declaraciones de Susana Díaz y se me ha atragantado el cruasán cuando
ésta señora ha hecho alusión a determinados méritos y capacidades. En este país
ya no se sabe si es mejor encender una luz o maldecir las tinieblas.
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