Francisco de Val
Hoy, leyendo El Periódico de Aragón, me topo con una entrevista que el cantautor
aragonés Joaquín Carbonell le hace a Ramón Gaspar, autor de una biografía de
Francisco de Val, aragonés de Villafeliche y creador de numerosas canciones de
éxito. De entre esas canciones (“Sierra de Luna”, “Aquellos ojos verdes”,
“Campanitas de la aldea”, “Será una rosa”, etc.) me quedo con “Qué bonita que
es mi niña”. La popularizó el trío Los Gaditanos, del que era uno de sus componentes
el gitano trianero Juan Pantoja Cortés, hijo del “cantaor” Antonio Pantoja
Jiménez (Pipoño de Jerez). Juan Pantoja se casó con Ana Martín, que fue “bailaora” en las compañías de La Niña de los Peines y Pepe
Pinto y de Juanita Reina, respectivamente. Esa canción, “Qué bonita que es mi
niña”, la escuché de niño con harta frecuencia durante mis estancias en Lugo,
porque un vecino de casa de mis abuelos se pasaba el día dale que dale al
microsurco, o al disco de pizarra, sobre todo a la hora de la siesta en los meses de verano. “Ayer tarde yo
cantaba / mientras mi niña dormía. / Y
los almendros lloraban / de la infinita alegría”. Francisco de Val acabó sus
días en una pensión madrileña de mala muerte. Corría el año 1984. Sus restos
mortales fueron a parar a la fosa común del Cementerio de la Almudena y, para mayor
desgracia, no existe ni una lápida que le recuerde, como merecería.
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