Comenta Alejo Vidal-Cuadras en su
columna de La Gaceta,
hoy domingo, que “la sentencia del Tribunal de Estrasburgo sobre la doctrina
Parot ha herido en lo más profundo el ansia de justicia de la sociedad
española, harta ya de que criminales de la peor especie cumplan penas
ofensivamente ridículas comparadas con el daño que han causado. Por eso sus
ojos y sus oídos se han vuelto hacia el que tiene la misión de protegerles,
conducirles y consolarles y se han encontrado con una absurda referencia a la
meteorología”. En efecto, se refiere Vidal-Cuadras a la peregrina contestación
de Rajoy a las preguntas de los informadores una vez conocida dicha sentencia:
“Llueve mucho”. Hoy en Madrid la
AVT y muchos ciudadanos, que no entienden esa resolución del
Tribunal de Derechos Humanos, han tomado la Plaza de Colón pidiendo justicia. No recuerdo ese
tipo de manifestaciones cuando hace años se produjeron indultos desde el
Gobierno rebozados con el nombre de extrañamientos. Los españoles tenemos mala
memoria. Tres días después de la proclamación de Juan Carlos de Borbón como Rey
de España, se promulgó un indulto que benefició a 8.903 ciudadanos que cumplían
prisión, de los cuales 773 lo eran por delitos políticos. De éstos, 688 fueron
excarcelados y el resto se benefició de una
importante reducción de penas, en un proceso que duró hasta el 1 de
junio de 1976. El 30 de julio de ese año se decretó una amnistía, que excarceló
a otros 287 presos. El 6 de diciembre de 1978 los ciudadanos aprobaron la Constitución
Española, donde el Artículo 62 apartado i, referido a las
funciones del Rey, impedía autorizar indultos generales y la petición de
indulto al Gobierno debería hacerse de forma individual. Pero ahí están las
hemerotecas para el desee consultarlas. Por ejemplo, yo he consultado la
revista “Época”, correspondiente al sábado 31de diciembre de 2005. Recuerden
que el jefe de Gobierno era Rodríguez Zapatero. Decía: “Las negociaciones entre
el Gobierno y ETA están muy avanzadas. El interlocutor es Josu Ternera, al que se tiene localizado y no
se quiere detener. El Ejecutivo ha mostrado su disposición a extrañamientos de
etarras a países de Iberoamérica a cuenta del contribuyente. La banda
terrorista ha puesto sobre la mesa su petición clave: el extrañamiento de
etarras a países de Iberoamérica, cuya vida sería sufragada con cargo a los
Presupuestos públicos, a través de los fondos reservados, como ya se hizo con
Eugenio Etxebeste, alias Antxon, quien, a raíz de las negociaciones de Argel,
fue premiado con el extrañamiento a la República Dominicana,
donde vivía en un agradable chalé. Países caribeños y centroamericanos, junto
con Cuba y Venezuela, serían los destinos de los presos que saldrían de las
cárceles, y que ETA quiere que sea tanto sin como con delitos de sangre”. Y
ahora leamos a Santos Juliá: “El mismo día en que ETA secuestraba a Javier de
Ybarra, 20 de mayo de 1977, Mario Onaindia, Teo Uriarte, Francisco J. Izko de la Iglesia y Unai Dorronsoro
recibían en la cárcel de Córdoba la visita del abogado Juan María Bandrés,
portador de un sorprendente mensaje: no serían amnistiados pero podían aceptar
la ‘sofisticada’ figura del extrañamiento que el Gobierno ofrecía a los presos
vascos excluidos de la amnistía decretada en julio de 1976 y de su ampliación
en marzo de 1977”.
¿Alguien se manifestó en las calles de Madrid por aquellas medidas adoptadas
por Adolfo Suárez? Rotundamente no. Por eso no acabo de entender la
manifestación de hoy en Madrid en contra de una sentencia adoptada por el
Tribunal de Estrasburgo. Las sentencias hay que respetarlas, más aún cuando
España firmó su adhesión al Tribunal de Derechos Humanos en 1979, del mismo modo que un penalti será penalti si
así lo decide el árbitro en el transcurso de un partido de fútbol, aunque esa
decisión parezca injusta a la afición.
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