Pues no sé, tal vez tenga razón
Xavier Horcajo, al referirse a las últimas apariciones de Aznar. Dice: “Llega
Aznar, como el macho alfa de la manada con las tablas de la ley bajo el brazo.
Suelta unas letanías cada vez más sincréticas, como si fueran de San Lucas o de
San Mateo, que sólo por el tono severo y grave nos gustan y vuelve a
desaparecer sin desenfundar la tizona. No se extrañen de que, al final, el
personal diga aquello de 'Pues vaya mierda de Cid”. Por estos pagos dinero no
habrá, pero hay más libertadores patrios que cañamones daban por un duro en los
lejanos tiempos de mi niñez. Ahora me entero de que un puñado de cañamones al
día basta para cubrir las necesidades básicas de proteínas y ácidos grasos
esenciales de una persona adulta. Creo que ya es la segunda vez que Aznar asoma
la punta de tarjeta amarilla a Rajoy del bolsillo superior de su americana. Amaga
pero no da. La roja está todavía por llegar, pero seguro que Aznar la enseñará
como si se tratara de las Tablas de la
Ley el día que Cataluña reciba, si es que los recibe, que no
creo, los casi 10.000 millones que dice Mas que le debe Madrid. De ser así, no
cabe duda de que seguiría dándole cuerda al manubrio de la gramola con el erre
que erre de la consulta soberanista. En soltar la mosca a grifo abierto para
amansar a la fiera de la barretina debe
consistir el meollo de la cuestión, es decir, la “financiación singular” y ese
“hecho diferencial” que propugna Alicia Sánchez-Camacho; o dicho en román
paladino, en la limitación de la solidaridad interregional; en la sujeción del
modelo al principio de ordinalidad; y al hecho de que los fondos implicados en
el trasiego de recursos entre las comunidades sean finalistas. A los alumnos de
Primaria deberían enseñarles en las escuelas en qué consiste eso del “hecho
diferencial”, para que más tarde esos niños lo explicasen en casa a la hora del
postre y pudiesen enterarse sus progenitores de que hay vida después del
fútbol. A los niños hay que adoctrinarles desde pequeños, para evitar que más
tarde viren a la herejía y a la perdición. La vida te da sorpresas, ¡ay, Dios!
Jamás pensé que alguna vez el actor y trigésimo octavo exgobernador de
California, Arnold Schwarzenegger,
pudiese ir de visita al Valle de los Caídos y ver la losa bajo la que reposan
los restos de otro Cid, aprovechando su breve estancia en España.
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