La compra de un revólver el
pasado año para uso de la Policía Local
está generando mucha polémica en el Ayuntamiento de Calatayud. Según leo en
“Calatayud.org.”, “Además del coste
económico, está en entredicho el motivo por el que se ha comprado, ya que es un
arma más peligrosa que las pistolas automáticas, menos eficaz y también es
mucha más ostentosa por su diseño. El grupo socialista ha preguntado en alguna
ocasión quién es el poseedor de este revólver Smith & Wesson del 38, [no
Wenson, como señala la crónica] que costó 453 euros frente a los 391 que vale
una pistola Glox de 9
milímetros”. Precio aparte, no estoy nada de acuerdo en
que el colt sea “menos eficaz” y “más peligroso” por el calibre de la bala.
Estaremos todos de acuerdo en que el tambor del colt Smith sólo admite seis
balas frente a las 14 que admite en su cargador la pistola Glox. Sin embargo,
el revólver tiene dos ventajas frente a la pistola automática: jamás se
encasquilla ni escupe las vainas disparadas. Tampoco es menos eficaz. Lo que
sucede es que su manejo requiere cierta habilidad por parte del agente, al
tener mayor retroceso. Me viene a la cabeza una estrofa del corrido mexicano
“Rosita Alvirez: “El día que la mataron Rosita estaba de suerte / de tres tiros
que le dieron / nomás uno era de muerte”. El calibre de la bala puede hacer más
o menos boquete en el cuerpo del sujeto que lo recibe. No es lo mismo recibir
un disparo con una “357 Mágnum” que con una pistolita del calibre 22, aunque no
hay arma inocente. Con una “22” dieron muerte a Robert Kennedy, a Miguel
Ángel Blanco y a los marqueses de
Urquijo. Y con una “22”
se produjo el trágico accidente que costó la vida a Alfonso de Borbón en
Estoril el Sábado Santo, 29 de marzo de 1956. En fin, creo que la compra del
colt por parte del Ayuntamiento de Calatayud no debe pasar de una anécdota
curiosa, más aún si se tiene en cuenta que hay en la actualidad 26 miembros de la Policía Local y un
servicio disponible de 34 armas cortas. Pero en esta vida todo tiene solución:
se puede dotar el colt de cartuchos detonadores con los que se den la salida a
las carreras pedestres, o a las tradicionales y casi olvidadas “carreras de
pollos”, tan comunes en el pueblo de Terrer durante las fiestas de Santa
Bárbara. No es que corrieran los pollos sino que eran los premios que recibían
los ganadores, como se puede comprobar el la Gran Enciclopedia Aragonesa
gracias a los documentalistas Celedonio García, José Antonio Adell y Mariano
Gracia.
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