Como bien señala un editorial de El País, “como en otras monarquías parlamentarias, el papel del Rey consiste en refrendar los actos
políticos de las instituciones y personas que constitucionalmente tienen el
poder de tomar decisiones, no en suplir la inoperancia de una clase política
falta de miras, una clase política a la que no parece importarle el daño que
haría condenando a la Corona
a reconocer el fracaso de su ronda de consultas”. (…) “Rajoy, que —al
representar a la fuerza con más escaños— concentra la mayor responsabilidad
sobre este vodevil indigno de una democracia avanzada en el que se está
convirtiendo la investidura, no puede perder más tiempo. Tiene que despejar la
incógnita de si él representa la solución o el problema de la gobernabilidad, y
hacerlo cuanto antes”. Anson, en El Mundo, es más lacerante, recomendando
cuidado: “La crítica a los partidos políticos en el primer tercio del siglo XX,
como he recordado en alguna ocasión, se tradujo en el nazismo en
Alemania, el fascismo en Italia, el estalinismo
en Rusia, el franquismo en España, el salazarismo
en Portugal... Cualquier forma de dictadura o totalitarismo es mucho peor que
lo que tenemos. No se trata de suprimir los partidos políticos o los
sindicatos. Se trata de regenerarlos, de democratizarlos, de exigir que se
pongan al servicio del interés general en lugar de dedicarse a satisfacer
ambiciones de clase o de casta con escandalosa atención a parientes, amiguetes
y paniaguados. Los dirigentes políticos han obligado a apretarse el cinturón a
empresas, instituciones y particulares, a todos menos a los partidos que siguen
entregados al cínico despilfarro”. La obligación del presidente del Gobierno en
funciones, Mariano Rajoy es presentarse a la investidura y buscar los apoyos
necesarios, en vez de aprovechar el puente del Apóstol para sentarse en la terraza del bar Comercio, en Sanjenjo, a fin de poder disfrutar de unos días de
“desconexión”, como si fuese Miss
Galicia 2016, esperando que a su regreso a Madrid algunos partidos le den
su voto gratis “porque yo lo valgo”. Pasado mañana debe entrevistarse con el
Jefe del Estado y sabe que sólo cuenta con 137 diputados, la abstención de
Ciudadanos en la segunda votación y un procesamiento judicial en marcha contra
el PP por haber destruido unos discos duros de su tesorería. Y con ese ridículo
ajuar, no creo que haya boda.
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