Ayer se marchaba Obama
dejando a Sevilla compuesta y sin novio. No entiendo, por otro lado, cómo Felipe VI es incapaz hasta de
improvisar unas palabras de bienvenida.
Todo tiene que llevarlo escrito. Ni hubo ágape de gala ni lucimiento para la Consorte,
que pocos días antes se había fotografiado con su mujer, Michelle, en su residencia de La Zarzuela. A Obama lo que le interesa de
España es la base de Rota, esa que le concedió Rodríguez Zapatero para desagraviar el hecho de no haberse
levantado al paso de la bandera norteamericana en una parada militar en Madrid.
Lo de las “buenas relaciones mutuas” y esas cosas que se dicen de forma
protocolaria en estos casos queda bien, pero ayudan poco. José María Carrascal, en ABC,
entiende que “la médula” de esa visita apunta a que “el Pentágono quiere ampliar sus sistemas de
detección y balística en España, de cara a una Asia que no acaba de
estabilizarse y una África cada vez más convulsa. Algo que nos afecta a los
españoles tanto como a los norteamericanos, aunque sólo sea para que ambos
continentes no se desplomen sobre nosotros, como empieza ya a ocurrir”. España
es un país que no acaba de encontrar su norte. Por un lado, se les hace la boca
agua a nuestros gobernantes en funciones a la hora de hablar de exportaciones y
de la oleada de turistas; por otro, machacan en los medios con el peligro de la
ya magra caja de pensiones. Posiblemente la Seguridad Social
corra un grave peligro de quiebra. En 2007 había un superávit de 14.673
millones de euros y a día de hoy el déficit es de cerca de 17.000 millones y el
Fondo de Reserva ha pasado de los 66.815 millones a 25.000. Dicho de otra
manera: que con las tres próximas pagas extras, adiós, muy buenas. Altos
índices de paro y sueldos de miseria no ayudan a cargar pilas. Se impone un
nuevo Pacto de Toledo con el nuevo
Gobierno que resulte de este sindiós político. Mientras tanto, si no hay dinero
en la Tesorería
de la Seguridad
Social para pagar pensiones, no quedará otra que tirar de los
impuestos, o de un “recargo de solidaridad”, que es lo mismo aunque dicho de
una manera más fina. A los españoles nos han pillado los toros de Jandilla. Como señala hoy un editorial
de El País respecto a las relaciones
comerciales de España con los Estados Unidos, “nada ha cambiado”. Obama no ha
venido para “dejarse ver” por el barrio
de Santa Cruz con su lunita plateada ni para invitarnos a que hagamos una nueva
versión de “Bienvenido, Mr. Marshall”,
que aquí ya, oiga, ¡ni leche en polvo para los niños que no pueden desayunar!
En su corto viaje a España, Obama ha dedicado cinco horas a sus compatriotas
estadounidenses y sólo algo más de dos horas al jefe del Estado, a Rajoy
y los líderes de los partidos. La “agenda
española” le ha llevado poco tiempo. Obama prefirió comer en la embajada de
los Estados Unidos con su amigo James
Costos que en el Palacio de Oriente con El Mejor Preparao, que lleva escrito en chuletas más propias de
educandos poco estudiosos hasta el “hola, buenas tardes, presidente”. No
estamos para pompas, vanidades, fajines, diademas ni regalos al estilo de El Quijote en lengua inglesa, donde se
pierde la esencia cervantina, o ese jamón de pata negra (con perdón) que le ha
entregado Rajoy. Ya ni para hacer regalos tienen imaginación. ¡Qué menos que
una armadura de Toledo y una copia de la colada
del Cid! Cervantes
hizo muchas cosas en su vida: estuvo en la batalla de Lepanto, cautivo en
Argel, fue comisario de provisiones de la Armada Invencible, recaudador
de tercias y alcabalas en Sevilla…, pero nunca llegó a ser tonto en inglés por
más que muriera en la misma fecha de calendario que Shakespeare, aunque no coincidieran sus defunciones en tiempo real
por existir calendarios diferentes, el juliano y el gregoriano. Una armadura
toledana va bien como paraguas antimisiles y la réplica de espada de Díaz de Vivar saja de maravilla el
mejor pernil de bellota.
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