domingo, 26 de julio de 2020

La excepción a la regla



Sabido es, y aquí no estoy descubriendo nada nuevo ni tampoco lo pretendo, que todo ser humano viene al mundo con casi ninguna ayuda y muere solo, salvo en contadas ocasiones, verbigracia: tal y como le ocurriese al profeta Elías, que no murió nunca, y que cuentan quienes lo saben que fue elevado por lo menos hasta el Quinto Cielo en carroza de fuego, saltándose a la torera todos y cada uno de los escalafones; o como aconteciese con una vecina mía, doña Rosa de Lima Chimarro de Quirós, terciaria franciscana, hija de María, dama del Pilar, y perteneciente a la Adoración Nocturna, que se empecinó en vida en ser enterrada  con su perro de peluche color maleta, que para gustos se hicieron los colores, mientras la Banda del Empastre interpretaba el “Dies Irae” correspondiente al Réquiem Solemne, KV 626, de Mozart. Como el sufrido lector podrá fácilmente destilar en sus entendederas, tanto el profeta Elías como mi ponderada vecina son clara excepción a la regla general.

No hay comentarios: