Leo hoy en El
Correo de Andalucía un artículo de Manuel
Bohórquez donde señala que “en 2022
se va a conmemorar por todo lo alto el primer centenario del Primer Concurso de Cante Jondo de Granada.
Desconozco si la Bienal prepara ya algo porque los dos principales
protagonistas del histórico certamen fueron sevillanos: Diego Bermúdez Cala, El Tenazas de Morón, y Manuel Ortega Juárez, Manolo Caracol.
Un anciano de Morón de la Frontera y un niño de la Alameda de Hércules la
liaron parda”. Por fortuna, tengo recopilados en un CD varios discos de pizarra
originales de aquel “Primer Concurso de
Cante Jondo” de 1922, tomados del archivo de Manuel de Falla y de Federico
García Lorca, cedidos por la Fundación
“Federico García Lorca”. Están presentes las voces de La Niña de los Peines, acompañados a la guitarra por Niño Ricardo y Manolo Badajoz; Tomás Pavón
(hermano de La Niña de los Peines y tío del pianista Arturo Pavón, yerno de Manolo
Caracol, fallecido en 2005); José Cepero, acompañado a la guitarra
por Ramón Montoya; Manuel Torres (artista invitado),
acompañado a la guitarra por Hijo de
Salvador; y Diego Bermúdez, El Tenazas de Morón, con el mismo
acompañamiento. Por Bohórquez sé que “lo que en realidad le gustaba a Tomás
Pavón, por encima de cantar fandanguillos, era pescar barbos en La Barqueta o quedarse en
su casa haciendo jaulas para canarios, arreglando relojes de bolsillo y
escuchando a Chopin, su músico
preferido. Cuando casi nadie hablaba de Chopin. Vivió los últimos años de su
vida en una habitación de la casa de su hermano Arturo y su cuñada Eloísa,
y en compañía de Reyes Bermúdez Camacho,
su compañera de toda la vida, y de La
Pirula, una muchacha a la que tenían recogida. Murió a las nueve de la
mañana del 2 de julio de 1952, después de una larga noche de agonía junto a sus
hermanos y su cuñado Pepe Pinto, que
lo querían con locura”. Al referirse Bohórquez a aquel “Primer Concurso de Cante Jondo” el día del Corpus de 1922 en
Granada, dice que “fue un fiasco, aunque
es verdad que sirvió para que los españoles, y parte del mundo, supieran que
teníamos un arte como el flamenco, que, además, como denunciaron Falla y Lorca,
los impulsores, se estaba comercializando demasiado e iba perdiendo su esencia.
Ese fue el motivo del certamen, salvar el flamenco de las garras de quienes lo
explotaban. Y Lorca, sobre todo, pensaba que la esencia estaba aún en el
pueblo, aunque oculta. Creyeron encontrarla en el viejo Tenazas, un cantaor al
que nadie conocía, pero que guardaba con celo los cantes de Silverio y Paquirri”. (…) “El de Morón (refiriéndose a Diego Bermúdez) disfrutó
los últimos años de su vida y Caracol, que tenía sólo 12 cuando se celebró el
certamen, sería precisamente quien llevaría el cante a su etapa más comercial,
en una especie de maquinación con Pepe
Marchena, Pepe Pinto y Juanito
Valderrama. Precisamente, de lo que huían Lorca y Falla, que optaron por
escuchar en casa discos de pizarra de Manuel Torres, Pastora Pavón, Tomás Pavón y Don
Antonio Chacón”.
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