miércoles, 22 de julio de 2020

La hostelería se queja



Leo en la prensa que una encuesta revela que el 95% de la hostelería zaragozana no es rentable en estos momentos y que el 40% de ellos se plantea cerrar. Bueno, quizás sobren muchos bares y bastantes restaurantes en España. Hubo un tiempo en el que cualquier cesante, con el dinero que percibía de la indemnización por despido, se hacía con un bar en traspaso  sin tener repajolera idea del negocio, abría la persiana en cualquier calle de un barrio y enseguida ponía unas mesas de velador en la calle para aquellos clientes que no podían vivir sin fumar y sin lanzar baladros hasta la hora de cierre del local. Y a esos clientes de baja estofa y consumidores de “cerveza a morro”,  también al dueño del local, les importaba un carajo de la vela si los vecinos no podían conciliar el sueño. De nada servía dar aviso a la Policía Local. Te cobraba la llamada la empresa de telefonía y los encargados de mantener el orden nunca asomaban la gaita para hacer las debidas  comprobaciones. Como en la película “Bienvenido míster Marshall”,  siempre pasaban de largo a bordo de los coches-patrulla. Parece evidente que a bordo de un automóvil ni se puede contar el número de mesas existentes en las aceras ni el griterío que produce el exceso de alcohol y la falta de urbanidad de un  público de cuadra. En resumidas cuentas, si cerrasen el 40% de esos inmundos locales, muchos de ellos gobernados por chinos y por hosteleros no profesionales,  ganarían  los vecinos en salud y en nivel de vida. He visto terrazas donde alrededor de una mesa hay ocho o diez clientes, todos ellos sin mascarilla y constriñendo el paso a los peatones. Y no pasa nada. Por esa razón señalo que si algunos desaprensivos se ven abocados a cerrar su negocio, ya tardan. Va siendo hora de que la hostelería sea manejada por profesionales conocedores del oficio y respetuosos con los clientes, a los que  deseo suerte en sus negocios.

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