martes, 22 de septiembre de 2020

Cermeño

 

Leo una noticia en  El correo de Zamora que me sorprende. Al referirse a la ciudad de Toro, Ignacio Fortuoso comenta el temor de los hosteleros ante la llegada del mal tiempo. Al no usarse las terrazas por encontrarse a la intemperie y el obligado cumplimiento de no poder sobrepasar los aforos dentro de los bares, es causa de que se auguren  malos presagios en el sector hostelero. Ese problema ya se veía venir. Lo chocante llega con el comentario de uno de esos hosteleros entrevistados: “…la reducción del aforo en el interior de los locales y el fin de las terrazas por el mal tiempo se tratan de las principales amenazas para los hosteleros cermeños…”.  Vuelvo a leerlo pensando que lo he leído mal. No, lo he leído bien. ¿Quiénes son los hosteleros cermeños?  Tenía entendido que el gentilicio de los habitantes de Toro era toresano, pese a que su etimología derive de “Campu Gothorum”, es decir, campo de godos. Cermeño, según el diccionario de la RAE, hace referencia a una especie de peral, con las hojas de forma de corazón, vellosas por el envés, y cuyo fruto es la cermeña (abubo), que a su vez procede del latín sarmania. La palabra cermeño aparece por primera vez en el Diccionario de Autoridades en 1729. Por cierto, con perdón de los toresanos, cermeño en Aragón se define como hombre tosco, sucio. Cermeña, por el contrario, también se denomina en Aragón zeremeña y zeremilleta. Y en la Ribagorza existe  aún otra variedad diatópica: pera de san Juan.

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