Rosa
María Artal escribe hoy en Eldiario.es un artículo, “Joaquín Carbonell, las flores de ayer tan vivas”,
que es todo un elogio funeral. El cantautor de Alloza escribió muy bellas
canciones. Pero, oh casualidad, Artal ha dado en el chiste de la canción más
entrañable de ese autor, la que mejor refleja una melancolía contenida capaz de
hacer correr una lágrima gorda por la mejilla de cualquier anciano que está
viendo, atrincherado en su casa, cómo se desarrollan unos acontecimientos que
nunca pensó que pudiesen producirse. La pandemia que se llevó a Carbonell por
delante arrambló también con los colores claros, los sueños perdidos. El cristalino
de los mayores se torna cada vez más turbio
y de la prensa sólo se consigue leer la letra gorda que anuncia vacunas que
nunca llegan y esquelas de muertos publicadas en el diario ABC preñadas de aparato y vanidad. Cuanto más largo son los
apellidos del difunto, más grande es el recuadro de la esquela. En El Diario Montañés apareció una emotiva
esquela en los últimos días de noviembre del pasado año donde había un mensaje
de unos nietos a su abuela, María Luisa
Valle Ezquerra, de Torrelavega (Cantabria) que decía: “Toda la vida leyendo
el periódico por las páginas de esquelas y para un día que sales, no vas a
poder leerlas”. La letra de aquella canción de Carbonell decía: "Adónde
fue el amor de los papeles viejos, los colores claros los sueños perdidos y las
esquinas de hojas secas que un viento triste barrió muy lejos. Y los
recuerdos llenos de sol que secaban el agua del camino. Y por qué se hicieron
las puertas cerradas, los pasos rápidos, las horas de soledad, las pálidas
caricias de papel y las flores de ayer tan deshojadas. Porque se hicieron
las palabras que llenaban de niebla los rincones"… Hoy, como digo, nos la
recuerda Rosa María Artal en su artículo. Una letra de Carbonell recordada por Rosa
María Artal que hoy tampoco podrá leer su autor difunto, como le sucedió a doña
María Luisa Valle. Joaquín Carbonell creó otra anciana en su libro “Aragón sin empalmes”, escrito al alimón
con Roberto Miranda, dentro del
apartado “Nuevos santos de Aragón”. La llamó “La
Vieja de Labordeta” y dijo de ella que fue “elevada a los altares por su sufrimiento sin saber pa qué. Declarada
abogada del andamio y la caída libre. Como carecía de nombre, se llamará santa
Labordeta del Niño Jesús. Su fiesta se celebra al final del verano”. Nos ha
dejado Carbonell pero nos quedan sus libros, sus canciones y su recuerdo. Siempre
es de agradecer.
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