No cabe duda de que existe la España vaciada. Cada vez más vaciada. La cultura de bar está incrustada en nuestro ADN. En una aldea aragonesa se podrá carecer de médico, de ferretería, de colegio, de panadería, de tienda de comestibles y hasta de oficina de farmacia. Todo llega de fuera mediante furgonetas de reparto, a los escolares (si es que hay alguno) se les concentra en pueblos de mayor tamaño, el médico duele pasar consulta una vez a la semana y el cura supongo que tendrá a su cargo varias parroquias. En Olvés (Zaragoza) tampoco tiene culto la parroquia. Las misas se celebran en la ermita de la Virgen del Milagro. Pero lo que no puede faltar en un pueblo, como digo, es el bar, ese segundo cuarto de estar donde los vecinos echan la partida de guiñote, toman un café, miran al cielo por la ventana por ver si las nubes amenazan lluvia, comentan cómo anda la sembradura de sus campos y el último fichaje del Real Zaragoza. Esa es la razón por la que Olvés, en plena Sierra de Pardos, se esté buscando gestor para el centro social, que incluye el bar, a cambio de unas contrapartidas interesantes. El Ayuntamiento que preside Iluminada Ustero Pérez, que también ejerce de diputada provincial por el Partido Popular, está dispuesto a no cobrar alquiler, ofrece residencia gratis, se haría cargo del coste de la calefacción en invierno y de la mitad de los recibos de la fuerza eléctrica consumida durante todo el año. La única condición sine qua non es que aquel ciudadano que decida aceptar la oferta deberá empadronarse, convertirse en olvesino y darse de alta como autónomo en la Seguridad Social. Sólo falta ahora que alguien se anime, se establezca y se halle contento entre los aragoneses. Seguro que en la alcaldesa encontrará comprensión y todo tipo de ayudas.
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