jueves, 3 de septiembre de 2020

Torre de arena



Lo que nos faltaba, ver a Pablo Iglesias en el banco azul con moño y pendientes. Ya sólo le faltaría a ese líder de ultraizquierda bajar las escaleras del Congreso del brazo de Rafael Alberti, como Pasionaria en aquella  lejana foto de 1977 firmada por Marisa Flórez y publicada en El País. El nuevo look del vicepresidente segundo del Gobierno me recuerda aquella película estrenada en el madrileño Cine Rialto en 1947 “La Lola se va a los puertos”, dirigida por Juan de Orduña y con  Juanita Reina como protagonista. El  “no pasarán”, fue el grito de guerra de Pasionaria ante las amenazas de Franco de conquistar Madrid. El mismo baladro que repite ahora  Iglesias en la puerta de su casoplón de La Navata antes los escraches inmisericordes de una derechona intransigente. En este sainete político coincidente con la pandemia de la Covid hay hasta una “torre de arena”, como la de Marifé de Triana, aquella canción del maestro Gordillo que decía: “Como lamentos del alma mía / son mis suspiros, ¡válgame Dios! / Fieles testigos de mi agonía / que va quemando mi corazón…”. Pablo Iglesias se ha puesto, como digo, look de  folclórica, con moño y pendientes. Ya solo le falta ir al Congreso con traje de faralaes y un baúl como el de la Piquer lleno de promesas por cumplir, tantas que no sé si le dará tiempo de poder llevar a cabo en esta legislatura. Las torres de arena ya se sabe, se las termina llevando la pleamar por delante al tiempo que Maripuri, procedente del turismo interior, chupa una gamba en el chiringuito “El pez volador” mientas suena en un altavoz  la vieja musiquilla de The Doors “No me moleste mosquito”.

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