Los que ya tenemos una edad todavía nos acordamos de un programa de televisión (en la única televisión que entonces existía en España) que se llamaba “Escala en hi-fi”, donde en 625 líneas en blanco y negro se presentaban al televidente las canciones más populares del momento, aquellas que ocupaban los primeros puestos de las listas de ventas, esos temas que los más pudientes escuchaban en sus equipos en Alta Fidelidad. Unos actores ponían su cara y sus gestos pero no la voz. Se convirtieron en expertos del play-back bajo la dirección de Fernando García de la Vega. Pues bien, lo que nadie intuía era que cincuenta años después se iba a utilizar esa técnica en política. La ciudad de Valencia competía con otras ciudades europeas para obtener la capitalidad europea de la Innovación. Y la última defensa fue por parte del concejal de Innovación, Educación, Cultura y Deporte Carlos Galiana, de Compromis, mediante videoconferencia. El edil Galiana, que no sabe inglés, no tuvo otra ocurrencia que ponerse la preceptiva mascarilla para poder dar el pego con movimientos mandibulares, siendo otra persona con voz en off la que daba las oportunas respuestas. En la mascarilla de Galiana sólo se notaba un bufo movimiento gesticular como el de aquellos actores de Escala en Hi-fi o como Solo faltó el Pablo Sanz con frac, chistera y bastón cantando el “Hola mis amigos…”, de Mario Clavell. El discurso final para ofrecer la candidatura de Valencia era de dos minutos. A final ganó Lovaina como Capital Europea de la Innovación. Valencia, no ha salido mal parada. De hecho recibirá 100.000 euros para “incubar nuevas ideas”, supongo que sin postureos del “¡toma Moreno!” de este nuevo Rockefeller de show (un pájaro que era mucho pájaro) de cara a la próxima convocatoria.
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