jueves, 18 de abril de 2024

Lecciones, las justas

 


Según la revista croata TasteAtlas, que podría traducirse como “Atlas del Sabor”, entre las peores comidas de España a gusto de los turistas extranjeros se encuentran los hojaldres de Astorga, unos cuadraditos bañados en almíbar y con un agujero central que, a mi entender, son exquisitos. ¡Y qué decir de los “nicanores” de Boñar!  Su receta secreta se remonta a 1880, cuando Nicanor Rodríguez comenzó a comercializarlos en Boñar y los alrededores de ese pueblo leonés. Señalar, como hace esa revista, que a los extranjeros no les gustan determinados productos culinarios españoles es generalizar de forma infame. Haría falta saber a qué extranjeros se refiere: si a los franceses, los alemanes, los ingleses… ¡Pues menos mal que nada se dice de las mantecadas de Astorga! Yo es que alucino a colores. Pasa algo parecido con las opiniones de un tal Parker y su personal complacencia por determinados vinos en detrimento de otros. Las respeto, pero a medias. No se debe hacer mucho caso a aquellos gurúes que pretenden sentar cátedra e influenciar en los gustos de posibles consumidores. Tampoco pone en buen lugar esa revista el conejo con arroz,  los caracoles al gusto andaluz, la morcilla patatera, los boquerones fritos, el turrón, los bocadillos de sardinas…, ¡y las peladillas! ¿ Y de las almendras garrapiñadas, qué.  Se nota que no han parado en Alcalá de Henares esos supuestos expertos en estadísticas. Croacia, tal y como lo conocemos hoy, es un Estado pequeño dividido en 20 condados que declaró su independencia total de Yugoslavia el 8 de octubre de 1991. Domina el sector servicios y el turismo ocupa un lugar importante en su economía. Pero reconozcamos, también, que desde finales de la década de 1990  alrededor de 350.000 personas emigraron  por la desigualdad, la corrupción y la falta de oportunidades existente, conque lecciones de ese pequeño país balcánico las justas, oiga. En su favor, reconozco que una de sus contribuciones a la cultura global fue la corbata, derivada del cravat que originalmente vestían los mercenarios croatas en la Francia del siglo XVII; y, también, que su gastronomía es importante, como es el caso del  brodet (guiso de pescados, entre ellos congrio, rape y mero, aderezados con sal, pimienta, ajo, tomate, vinagre, cerveza y un poco de harina para espesar la salsa); el cobanac (caldero de pastores y agricultores compuesto de diferentes carnes guisadas con pimientos, cebollas, tomates y patatas y el añadido picante de pimentón); o el crni rizot (risotto con calamares al que se añade cebolla picada, ajo y queso rallado), etcétera. La influencia mediterránea, puesto que se encuentra en el Adriático, está presente como no podía ser de otra manera. Pero esa revista croata debe entender que la comida española, también mediterránea, es una de las mejores del mundo. Solo hay que ver cómo “tragan” los visitantes de otros países a la hora en la que ellos comen y nosotros, como buenos españoles, terminamos de desayunar. Ya no sirve el dicho: “sobre gustos no hay nada escrito” por ser falso. Sí hay mucho escrito, aunque no siempre para bien.

 

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