martes, 30 de abril de 2024

La cruz de mayo

 


Núñez Feijóo ya se frotaba las manos soñando con que Sánchez se marchara y se decidiese hacer nuevos comicios en verano. Pero no ha sido así. Sánchez ha resuelto quedarse, le merece la pena, e incluso piensa en volver a presentarse dentro de tres años, es decir, al término de su mandato. Para entonces les puedo asegurar que Núñez Feijóo habrá dejado de ser un referente de su partido. España no es Galicia aunque Galicia forme parte de España. En consecuencia, la cruz de mayo está servida para el jefe de la Oposición. En el sistema parlamentario español no llega a la Moncloa el que más votos consigue en las urnas sino aquel que más socios logra reunir para su investidura. Y Núñez Feijóo conoce el sistema, aunque en sus mítines diga lo contrario. Hay quien es tonto de capirote y quien se lo hace. Núñez Feijóo es de los segundos aunque, dicho sea de paso, su mediocridad sea de libro. El Partido Popular es un partido presidencialista donde el burro se ata en el lugar  que dice el amo, el que tiene la cuerda de trenzado, bien sea sólida, romboide, hueca, trenzada, kernmantle o tejida. La misma cuerda que tuvo Casado mientras duró, que no fue mucho. La experiencia nos dice que los líderes políticos no son de duralex. También, que los españoles somos mudadizos. Los mismos ciudadanos que abucheaban a Isabel II en septiembre de 1868 fueron aquellos que el 9 de enero de 1975 vitoreaban a su hijo Alfonso XII, y aquellos que se declaraba “juancarlistas” con el advenimiento de la democracia habían sido antes “franquistas” redomados. Los españoles, como digo, por el hecho de ser mudadizos no sabemos disimular. Enseguida se nos ve el plumero, como decían los absolutistas a los liberales. A Núñez Feijóo no le queda otra que armarse de paciencia, barajar e ir soltando lastre de corifeos enmascarados que le seguirán adulando mientras quede forraje en el pesebre.

 

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