Excelentísima señora: Comenzaré por decirle
que yo no voté a su partido político, por lo tanto, tampoco a usted, cosa de la
que me alegro, más todavía cuando he sabido que su partido político, el PP, ha tenido que pactar con la ultraderecha para
poder administrar el Ayuntamiento de Zaragoza; y, cómo no, para que usted
pudiese alzarse con el santo y con la peana. Le conozco a usted solo de vista, por la televisión.
Un día la vi en la pequeña pantalla echando a un lado a un señor de aspecto
pícnico para que éste no le “robase escena” cuando usted interpretaba una jota con estridente timbre de voz. Pero a lo que iba, señora mía. Acabo de enterarme por
la prensa aragonesa que el Ayuntamiento que usted preside lleva intención de
montar un campo de fútbol portátil mientas se lleva a cabo el derribo y
posterior campo en la actual Romareda. Doy por hecho que usted habrá valorado
el peligro que entraña la alternativa
contemplada de poner de forma provisional templetes para 20.000 espectadores en
un erial de la prometida Ciudad Inteligente
del Deporte, cerca de Juslibol. A mi
entender, el supuesto ‘plan b’ que usted lleva en su colodrillo se me antoja desafortunado
por el riesgo que ello supone de que se pudiese venir abajo uno de esos tinglados
circenses, y por su elevado coste, que desconozco. Como alcaldesa de la Ciudad
de Zaragoza, la considero a usted conocedora de que el dinero público es de
todos y, por tanto, que hay que ser consciente sobre en qué se gasta cada euro
que entra en las arcas municipales. Me consta que la idea de la obra faraónica
que pretende poner en marcha no es suya sino que fue una promesa del señor Azcón, hoy presidente de la Comunidad
Autónoma de Aragón, cuanto era aspirante a la Alcaldía, sabedor de que una nueva
Romareda era el mejor gancho en las urnas para el alcance de sus objetivos, sabedor de que muchos zaragozanos prefieren priman los "alirones" sobre la eficacia. Lo
cierto es que no se sabe a día de hoy quién, cómo y cuándo se hará cargo de ese tremendo gasto, ni en qué proporción, ni a cargo de qué presupuestos. Usted,
señora mía, fue directora de márquetin de “Imaginarium”,
el grupo de tiendas fundada por Félix
Tena en Zaragoza, en 1992, con dos puertas (una para entrada de los padres
y otra para paso de hijos pequeños) donde se vendían juguetes, y que cargada de
deudas tuvo que cerrar el negocio. Digo más, Marcelino Iglesias, siendo presidente del Gobierno de Aragón, llegó
a comparar en 2003 a Félix Tena con
Ramón y Cajal, Goya, Gracián y Buñuel. Pero mi asombro puede
ser mayor aún si un día Jorge Azcón se viene arriba y compara su mérito en la
construcción de la nueva Romareda con la obra de Antonio Gaudí. Al arquitecto catalán le atropelló un tranvía de la
línea 30 en la barcelonesa calle Bailén. Sobre usted, señora, no sé cómo puede
acabar su mandato, aunque pudiera ser que como el gallo de Morón. Eso sí, imaginación no le falta. Hoy he recibido
una carta del Ayuntamiento donde me
tutean (me toman por un primo) al tiempo que me envían una tarjeta para que pueda
abrir un contenedor marrón cada vez que tenga que de depositar en él las
cáscaras de langostinos, las bolsitas de infusiones, los posos de café y los
tapones de corcho, para que puedan ser convertidos en fertilizantes. A mi
entender, más debería preocuparle a usted la limpieza de las calles, que están
inmundas. Pero prefiere hacer suyo un viejo anuncio de Agrar: “sembrando vigor cosechamos amigos”. Usted, señora Chueca,
debería haberse dedicado a la Arquitectura, o sea, a construir acueductos, como
el de Segovia; teatros, como el de Mérida; o circos, como el Coliseo romano. La
nueva Romareda no dejará de ser una obra menor, por muchas luces que le pongan.
Saludos cordiales.
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