miércoles, 17 de abril de 2024

Baltasar "El Peleas"

 


 

Después del frugal desayuno, lo primero que hago cada mañana es ponerme al tajo con la lectura del artículo de Pedro García Trapiello en el Diario de León. Siempre me sorprende por lo que cuenta y por su forma de expresarlo. Ha creado como un diccionario nuevo, no apto para exquisitos pero que a mí me encandila. Hoy, al hacer referencia a Baltasar “El Peleas”, cuenta cómo era su amigo Baltasar, repartidor de bultos puerta a puerta (lo cuenta en pasado, con lo que da a entender al lector que ya hincó el pico) y que su menguado sueldo le obligaba a salir al campo para cazar y pescar. Dice de él: “Estar ocioso no le cabía, salvo rompiendo la mañana a la hora del taco con una lata de sardinas, quizá algo de embutido y una manzana. El Órbigo era su cátedra, al tener familia y casilla caminera antes de llegar a Cimanes del Tejar”. García Trapiello lo consideraba como “mi instructor en gusarapas o rancajos, gusarapines, morucas, maravallos y moscas de mayo, y a la trucha que no veía la intuía, le sabía sus ganas o sus horas y hasta las tenía contadas en cada poza o al hacer marallo oscuro en las frezas de febrero. Sabía. Era un hijo mayor del intelectus apretatus”. Son curiosas las expresiones típicas y originales de los leoneses, que dicen no lo que se dice y no como se dice y que solo las entiende el que las dice. Me muero de ganas por pasear por el Barrio Húmedo y poner en práctica todo lo que estoy aprendiendo  con este fenomenal maestro del periodismo y  con su masterclass  de ampliación de conocimientos que me proporciona cada mañana sin cobrarme las clases. Leer su sección “Cornada de lobo”  es todo un lujo. Como escritor tiene publicados diversos libros, entre ellos “Riaño en Picos de Europa”, “Una ciudad de sotas, caballos y reyes”, “Guía de León”, “Guía de Ávila”, “Guía de Segovia”, “El chivo explicatorio” y una veintena más, en su mayoría de temas divulgativos. También es cartelista y dibujante. A mi entender, Baltasar “El Peleas” daría juego para escribir un relato interesante. Los personajes de los relatos son como cadáveres encaramados en la cesta del globo del cerebro; y que cuando el globo se pincha y la canasta cae al suelo se levantan y toman vida sin demasiados aspavientos y sin soportar bromas molestas.

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