miércoles, 3 de abril de 2024

Acto de contrición

 

 

Se ha instalado el confesionario de la Agencia Tributaria para que todos los ciudadanos hagamos acto de contrición y nos confesemos debidamente con el Fisco. Se nos pide satisfacción de obra, es decir, que apoquinemos ahora lo que no se nos ha descontado antes, con la facilidad de poderlo hacer en dos plazos si ese es nuestro deseo. Hace ahora casi un siglo, Julio Camba escribió un breve artículo que todos deberíamos leer hoy, donde el escritor (que vivió doce años (desde 1948, en la habitación 338, al final del pasillo y junto al cuarto de la plancha) en el Hotel Palace de Madrid  a costa, según unos de su amigo Juan March, según otros de Juan Belmonte o del ABC) daba unas pautas dignas de ser tenidas en cuenta.  En aquel lacónico escrito, Camba estimaba cuáles eran los artículos de lujo que debería el Estado considerar, además de los que ya considera, que deberían estar sujetos a gravamen especial. Estos eran los siguientes: “todos los títulos nobiliarios; los títulos democráticos en “ex”  (exgobernador, exministro, etcétera);  chaqués, levitas, chalecos de fantasía, esmóquines y fraques; el negro que usan las mujeres en los ojos; las pequeñas condecoraciones; los adjetivos (cuando de alguien se dice bizarro coronel, encantadora hija, o sea); las estatuas en vida; las calles; los banquetes; las barbas; los bisoñés; las calvas (salvo la tonsura eclesiástica)…”. Ese gran articulista solo escribió una novela breve en su vida: “El matrimonio de Restrepo” (La Novela de Hoy, núm. 105, 1924, Madrid. 1ª ed., 60 pp., con ilustraciones de Rafael de Penagos) donde parodió a su manera las novelas psicológicas.

 

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