miércoles, 10 de abril de 2024

Tú chiflarás

 
 
Recuerdo aquel dicho de “si vas a Madrid tráeme un chiflo”, que le dijo Laureano, un campesino de la vega del Jalón a un amigo de nombre Hedisto, cuando se enteró de que debía marchar en el tren “rápido” hasta la Estación de Atocha para asistir a la boda de una hija con un señor, de apellido Turquestán, que bajo su nombre y apellidos en las tarjetas de visita, ponía su profesión: “del Comercio”. Pero Laureano se olvidó de darle el dinero necesario para su compra y Hedisto no le trajo el chiflo solicitado. Otro amigo de ambos, que tomaba café con ellos en el bar Arizona, “cocido completo los jueves, vinos y licores, selecto servicio de ambigú”, de nombre Fulgencio, le hizo el mismo encargo a Hedisto al tiempo que le hacía entrega de veinte duros. Hedisto le miró a los ojos con la seriedad de alguien que siempre cumple su palabra y le dijo: “Tú chiflarás”. En efecto. Al regreso de Madrid, Hedisto le entregó a Fulgencio un pífano de madera, de tono muy agudo y color negro parecido al flautín que aparece en el cuadro de Manet que toca un infante militar, que le había comprado en la glorieta de Bilbao. También le entregó una partitura de la canción “Molly Malone”, regalo de la tienda de instrumentos musicales. Hedisto le contó a Fulgencio que le habían dicho que era una canción muy popular en Irlanda donde se contaba  la historia de una vendedora de pescado, llamada Molly Malone, que murió joven de unas fiebres en plena calle. La muchacha iba por la zona portuaria de Dublín empujando un carro de mano y pregonando: "¡Berberechos y mejillones vivos!", y por las noches ejercía de prostituta. Laureano escuchó la historia que contó Hedisto a Fulgencio muy atento y con una copa de ponche “Caballero” en la mano, al tiempo que Fuensanta, la dueña del bar Arizona, sacaba de la cocina y colocaba sobre la barra una fuente con madejas de ternasco, o sea, tripas enrolladas de cordero fritas en aceite de oliva y el añadido de ajos tiernos, sal y perejil. El bar Arizona, situado a la orilla de una carretera secundaria de escaso tráfico, tenía en el paño de una pared meridional, el que podían ver los conductores que circulaban desde Calatayud en dirección al Monasterio de Piedra, un gran mosaico publicitario de azulejos que anunciaba “Nitrato de Chile”, icono vivo del Art Déco diseñado por el entonces estudiante de Arquitectura Adolfo López-Durán Lozano (1902 -1988). Es para los entendidos la tercera silueta que merece conservarse. La primera fue la silueta de “Tío Pepe”, diseñada en 1935 por Luis Pérez Solero; la segunda, el “Toro de Osborne”, dibujado por Manuel Prieto en 1956; y la tercera, la del fertilizante de salitre chileno, que también se utilizó para fabricar pólvora. En el mosaico aparece la figura de un jinete erguido, arremangado y con porte de gaucho en medio de la inmensidad pampera.

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