Quitar lo que sobra

 

 

Por un blog de Guillen González Bautista he podido descubrir el porqué a la piel de cabra de la gaita aragonesa, al odre, cuya fabricación estuvo casi extinguida a finales de los años 70, le colocan una especie de faldilla. Antaño la gaita aragonesa carecía de ese envoltorio, que es como un retazo de tela de cortina. Se cuenta que en un lugar de Aragón, no sé en dónde, vivía un gaitero ciego con una hija pequeña a la que adoraba. Pero aquella niña enfermó y murió.  El gaitero, para poder recordar a su hija, colocó uno de sus vestidos sobre el boto. De esa manera, cada vez que interpretaba mazurcas con su gaita, se hacía a la idea de tener a su querida hija abrazada. Los demás gaiteros aragoneses al ver aquella forma de proteger el boto de esa guisa fueron adoptando la prenda de adorno por la fuerza de la costumbre. Con la recuperación de la gaita aragonesa también se recobró un amplio repertorio de tonadillas casi olvidadas, como por ejemplo la habanera “El carrito”, encontrada en Acumuer, cerca de Sabiñánigo, que se bailaba en las plazas a comienzo de los años 20; el “Bal del Rogle” de la Ribagorza, que se danzaba por parejas alrededor de una hoguera; la “jota del tío Maroto” de Atea; la “Mazurca de las flores”, también conocida como “La modista de Balaguer” o “La mare virga”, de Campel; el “vals de Caifás” de Ejea de los Caballeros; etcétera. Personalmente entiendo que esa faldilla estampada me parece de dudoso gusto. Los instrumentos musicales deben estar desprovistos de todo lo que les sobra. Aunque he contemplado cosas más cursis, como mantones de Manila desplegados sobre pianos verticales donde una vocalista interpretaba "El polichinela" al estilo de como lo hacía La Fornarina en el Salón Japonés.Todo lo que no sea el odre, el bufador, el clarín y el bordón está de más en una gaita aragonesa. Es, por decirlo de alguna manera, como colocarle una pistola del 9 largo a san Tarsicio, el único santo que luce minifalda en los altares.